POSICIÓN EN EL MUNDO
 
El Gran Caribe: palabras controvertidas

 

La larga historia de la humanidad ha consistido en la apropiación el espacio, y para ello, tuvo que dar nombres, construir marcas y ordenar los territorios unos en relación con otros, las más veces con violencia. El Caribe no escapa a esta regla. Casi han desaparecido las antiguas denominaciones atribuidas por los diferentes mundos amerindios -excepto quizás para las plantas que los recién llegados ignoraban-. Permanecen aquí y allá rastros de aquellas organizaciones sociales que eran más numerosas en el istmo que en el archipiélago.

Los recién llegados de Europa, al eliminar las sociedades autóctonas lograron también extirpar las denominaciones. Hoy, el Caribe lleva la impronta de la dominación europea, "en todas partes, en el mundo que iban construyendo, los europeos emplearon el mismo método (o la misma falta de imaginación) que consistía en marcar su dominio con nombres, pero en ninguna parte lo hicieron de forma tan masiva como en América" (Christian Grataloup, Géohistoire de la mondialisation, Armand Colin, 2007). De tal manera que, contrariamente a lo puede inducir la ignorancia, Mar Caribe o Mar de los Caribes no son palabras de origen amerindia. Los recién llegados fueron quienes lo bautizaron. ¿Tenían los habitantes de las islas una clara conciencia de la inmensidad y de la unidad de aquella masa líquida? Es difícil afirmarlo, aun cuando se sabe que las relaciones entre islas eran intensas en las Pequeñas Antillas, y bastante regulares con las Grandes Antillas, si se toma en cuenta las posibilidades técnicas de aquellas sociedades.

Las poblaciones de la zona se llamaban Kalinas o Kalinagos en el sur y Taínos en el norte. Durante estos últimos años, los arqueólogos y los etnólogos han renovado muy profundamente los conocimientos sobre aquellas civilizaciones difuntas y sacaron a la luz más aclaraciones sobre los mundos amerindios: de las denominaciones "Caribes", "Arawacos", nació la creencia en una dicotomía entre poblaciones a las que llamaron de manera errónea, guerreros caníbales tratándose de los Caribes y Arawacos tratándose de poblaciones que suponían más pacíficos. Hoy, se sabe que la confusión venía del uso de idiomas diferentes por los hombres y las mujeres. Son todos amerindios, llegados en olas sucesivas de la cuenca del Orinoco. Como precisado más arriba, aquellas poblaciones se llamaban Kalinas a si mismos.

Los europeos, convencidos de que habían descubierto un nuevo mundo, crearon un espacio a imagen de lo que conocían. Nombraron sus puntos de referencia con nombres que venían de los países de donde acababan de salir (Cartagena) o con nombres de origen religiosa (Santa Cruz, Vera Cruz, Santiago). Sobreviven unos pocos topónimos viejos, pero resultan escasos. Son más frecuentes en el continente donde las poblaciones amerindias eran más numerosas y a pesar de las catastróficas disminuciones demográficas, provocadas principalmente por el desarrollo de graves pandemias, sobrevivieron las bases culturales, religiosas y etnológicas, puesto que los colonizadores siempre fueron poco numerosos. Ya en 1969, Pierre Chaunu calculó que alrededor de los años 1570, no había más de 75 000 españoles en todo América, entre los cuales 15 000 estaban probablemente en México. En las islas, la erradicación de las poblaciones fue más rápida y más completa, sin embargo, convendría matizar aquel dato ya que algunos islotes, deshabitados en aquel tiempo, conservaron sus denominaciones amerindias como es el caso de Cariacu o Mayero en las Granadinas.

Queda claro que los nombres de los sitios llevan huellas de aquellas conquistas. En la superficie del globo, cada conquistador siempre impuso sus referencias.

¿Es un concepto la palabra Mediterráneo?

Durante el seminario de julio de 2010 en la República Dominicana, surgieron controversias en relación con el uso de expresiones utilizadas por los autores del Atlas en línea. Así, las denominaciones "Mediterráneo Caribe" o "Mediterráneo americano" originaron violentos debates. La palabra Mediterráneo no designa sólo un lugar geográfico, sino también un modelo de funcionamiento de un espacio marítimo y de los litorales que lo bordean. Los geógrafos y muchas veces los historiadores, crearon conceptos a partir de modelos particulares. El Carst (relieve cárstico) es un relieve en el que la acción de las aguas disolventes ataca las espesas capas calcáreas. El origen de esta palabra se sitúa en una región de la antigua Yugoslavia. También se podría citar la palabra "loess" (légamo de las extensas mesetas de China) o los "sebkhras" y "chotts" de Africa del norte (hondones lacustres con aguas más o menos saladas). También hay la "taiga" y muchas otras palabras de uso corriente como la palabra internacional ¡y cuanto! "esclavo" que saca su origen de las poblaciones eslavas raptadas y esclavizadas durante más de 2000 años.

Entonces, no conviene ver en el uso de la palabra "mediterráneo" cualquier voluntad de dominar, ni tendencia alguna a un eurocentrismo de baja ralea, sino ¿no deberíamos entonces invalidar los nombres de la mayoría de los sitios del Caribe para evitar lo que muchos consideran como un corpus conceptual demasiado ligado a un pasado de sumisión a Europa? De este modo, ciudades como Puerto España, Kingston, montañas como el Pico Duarte deberían cambiar de denominaciones. Si fuera así, nos quedaría el consuelo de usar palabras como Oaxaca y Popocatépetl, algunas de ellas designando sitios muy lejos del Caribe.

Sin embargo, los autores del atlas tienen una plena conciencia del impacto ideológico que transmiten las palabras. Algún día desaparecerán algunas. A través de una palabra o de un lugar se divisa el estado de una sociedad y no hay nada inmutable. En el actual contexto, las expresiones que se utilizan son las de la geografía y de las ciencias sociales académicas.

Cuando se utiliza la expresión "Mediterráneo americano" ¿a qué se alude?

Está claro que esta locución tiene sentido a través de la referencia al mar epónimo. La palabra tiene una origen latina, "medius tierra", es decir en medio de las tierras. Durante mucho tiempo, las poblaciones que vivían en las orillas la llamaban simplemente el Mar. Fue en la época de los Grandes descubrimientos cuando "el Mar" se transformó en "Mediterráneo" después de que los navegadores hubiesen medido la importancia de las masas marinas y por tanto de los océanos. Durante el siglo XIX, Alexandre Humbolt y Elisée Reclus cuando descubrieron y estudiaron el Mar Caribe, hablaron de "Mediterráneo americano". Por cierto, existen diferencias físicas entre estas dos masas marítimas. La superficie del mar Caribe es una vez y media más extensa que la del mar interior europeo -4,3 millones de km2 frente a 2,99- y es más profundo. Uno, el Mediterráneo, es un mar cerrado y no se comunica con el océano Atlántico sino por medio de un estrecho de unos veinte kilómetros de anchura, el estrecho de Gibraltar. Si se relaciona tal distancia a la realidad del Caribe, corresponde a la mitad de la distancia que separa Martinica de Dominica. El mar Caribe se abre ampliamente al Atlántico por medio de una serie de pasos llamados canales. Algunos tienen poca anchura como él que separa el archipiélago de los Santos, al sur de Guadalupe, de Dominica. Otros pueden alcanzar los 80 y hasta los 100 kilómetros (Santa Lucía/San Vicente o Trinidad/Granada). En estos canales, son muy importantes las corrientes y mezclas de aguas. En el borde oeste del mar Caribe, el istmo es estrecho y las solas orillas norte y sur pertenecen al continente, mientras que el Mediterráneo es costeado por todos lados por imponentes masas terrestres.

A pesar de todo, hay algunas similitudes físicas: Mediterráneo y mar Caribe están en la confluencia de placas tectónicas activas que provocan seísmos a veces devastadores. Pero, sobre todo, fueron a lo largo de la historia matrices en las que se forjaron brillantes civilizaciones. Aunque las islas parecieran alejados de los continentes, nunca los vínculos fueron totalmente ausentes. Muy antiguas civilizaciones amerindias han puesto en movimiento los grupos humanos del Oeste (Yucatán) hacia el este, del Norte (la actual Florida) hacia el Sur (Grandes Antillas) y de la cuenca del Orinoco hacia el Norte (conquista progresiva de las Pequeñas Antillas). La dominación española sobre toda la cuenca caribeña fue testigo del proseguimiento de los antiguos intercambios, pero también originó otros nuevos: transitaban naves, personas, productos. Para todos, las experiencias fueron múltiples, a pesar de la violencia que les regía: de la vela áurica copiada por las poblaciones autóctonas a la hamaca que equipaba las naves transatlánticas, muchos podrían ser los ejemplos.

Si las ciudades-estados mayas nunca sintieron la necesidad de emigrar hacia las islas, fue sin duda porque los recursos alimenticios eran suficientes en relación con las densidades de su poblaciones. Al contrario, el Mediterráneo ha conocido importantes migraciones e instalaciones de griegos en su parte occidental.

Quizás sea excesivo establecer un lazo entre el Imperio romano y él de Carlos Quinto: a quince siglos de distancia el primero domina el Mediterráneo y el segundo el Caribe. Los dos Imperios asistieron a la instalación de grupos heterogéneos, forasteros, y a veces amenazadores, llegados de zonas de escasez de recursos que eran el Norte y el Este para el Imperio romano, y las islas en el Caribe. Sería de gran interés que profundizaran los historiadores este tema, pero la historia comparativa no disfruta de una situación privilegiada en la historiografía contemporánea.

Sin embargo, lo que importa es la similitud de los modos de funcionamiento de las dos entidades marítimas. Las diferencias existiendo entre las orillas, entre los sitios, crearon una unidad: las relaciones comerciales, los intercambios de productos, de técnicas enriquecieron las poblaciones y transformaron sus hábitos alimentarios. El maíz, a partir de América central, conquistó las Grandes Antillas y poco a poco las pequeñas islas, mientras el yuca, procedente de la cuenca del Orinoco, se extendió progresivamente en las islas del sur al norte mediante las expediciones casi anuales de los Kalinagos. En todas partes, los frijoles fueron una comida de base de las poblaciones.

Se puede establecer un paralelo, sin ir más lejos, con el Mediterráneo que tomó forma gracias al trigo, a la vid y al olivo que son tres ingredientes que peregrinaron por los mares y de los cuales unos modernos aventureros descubren huellas en el fondo del mar.

Se perciben similitudes en muchos otros aspectos. La piratería fue un elemento constitutivo de aquellos espacios. Si Barbarroja todavía atormenta en los cuentos para niños, Barbarossa hizo lo mismo en la región de Argel. Los "bucaneros" de la isla de Tortuga contribuyeron en enriquecer los mitos como lo hicieron los "berberiscos" en el otro lado del Atlántico. La literatura, las tiras de dibujo y el cine se apoderaron de aquellos temas que por ser tan difundidos, vinieron a ser universales. Otros acontecimientos poco relucientes de la epopeya humana surcaron las dos mares: el tráfico de seres humanos, la esclavitud desplazaron multitudes desde la más lejana Antigüedad en el Mediterráneo y desde el siglo XV en el Caribe. Si hoy se esfuerza en salir del olvido, en calcular el impacto del tráfico negrero transatlántico, es que durante tiempo las historias nacionales europeas y africanas han minimizado las consecuencias del trabajo de los esclavos en el Caribe y que la racialización de la esclavitud provocó heridas todavía abiertas. Fue durante los siglos XVII y XVIII cuando el Negro se convirtió en objeto de oprobio. Era necesario para justificar las desigualdades, la esclavitud, en un contexto en él que se desarrollaba una filosofía de los derechos del hombre y de igualdad de los ciudadanos ante la ley.

Hoy, aunque permanezcan muchos puntos comunes, las trayectorias de aquellas dos entidades parecen divergir. El Caribe es una zona en la que los conflictos son de poca importancia. Las costas, a pesar de las dificultades, están en relación, intercambian y dialogan. La cuenca mediterránea padece guerras y violencias. En ella, dos religiones, es decir dos concepciones del universo, se enfrentan.

¿Se puede imaginar que los esfuerzos de los países de la zona del Caribe se conviertan en modelos y abrigar el sueño de pensar que aparezca un nuevo concepto de "Caribe europeo? También en julio, otros términos fueron discutidos y nos parece conveniente precisar los significados.

La palabra "Mosaico" suscitó numerosos comentarios

Es preciso volver al significado inicial de "mosaico". Se trata de un conjunto de pequeños pedazos de mármol o de vidrio colorado que, al ser pegados en una placa de cemento, forman un dibujo. Si se fija en en la homonimia, mosaico significa también diseño, o sea la intención de dar sentido. El Caribe es esta combinación, extraña a primera vista, de entidades múltiples y diferentes por sus superficies (de lo más grande a lo más pequeño) con distintos destinos debidos a los numerosos colonizadores que imprimieron sus marcas o a las independencias, unas ganadas ya a principios del siglo XIX, y otras al contrario en la segunda mitad del siglo XX. Todavía son territorios en los que las mismas poblaciones decidieron conservar vínculos políticos con las antiguas metrópolis. Las relaciones entre aquellas entidades y sus metrópolis no son necesariamente caricaturescas. Las opciones de las poblaciones, oponiéndose a las recientes evoluciones históricas, tienden a mantener los antiguos lazos. Hay que tenerlo en cuenta, ya que estas islas, contra viento y marea, siguen siendo caribeñas.

La isla de San Martín fue profusamente dada como el arquetipo de la realidad caribeña. Este pequeño territorio nos muestra muchos rasgos del mundo caribeño: la cultura es uno de aquellos elementos y no el más mínimo. Pero no conviene olvidar la elección de las poblaciones que se adaptan muy bien a la dominación o los vínculos cada día más fuertes, no con una metrópoli sino con dos. La parte francesa de San Martín optó, hace cuatro años, para una autonomía más importante, mientras quedaba en el regazo de Francia. Se convirtió en "comunidad de ultramar". Pensó así acceder a una autonomía de gestión sin perder las ventajas financieras y sociales propias del sistema francés. Desde hace cuatro siglos, los habitantes de San Martín viven cómodos y saben aprovechar las debilidades debidas a la existencia de una frontera, de sistemas de salud y de educación diferentes. En resumen, todos los actores se contentan con esta situación. San Martín, a parte de estos aspectos, también es caribeña por su tendencia a acoger muchos flujos más o menos lícitos. La economía de "casino" establecida en la parte neerlandesa no es el ejemplo típico de lo que debería ser una actividad caribeña, pero, sin duda fue para atraer a los cruceristas llegados de los Estados Unidos, que edificaron tantos casinos sobre tan reducida superficie. Se trata de "Las Vegas" sin "Las Vegas"

San Martín es uno de estos "pedazos de vidrio" que constituyen y explican toda la complejidad y todas las contradicciones del Caribe: ¿Cómo existir y ser nombrado entre tantas entidades más extensas, más ricas, más pobladas, mas innovadoras? ¿Como salir adelante en el concierto de los "grandes" del ámbito regional?

Se podría citar otras entidades y descubrir los mismos dilemas. Es el objetivo del atlas llevar una mirada a la vez sobre la totalidad del mapa y sobre los proyectos de cada uno de los pedazos del mosaico.

"Traspatio de los Estados Unidos", "sombra tutelar del gigante": otras dos expresiones discutidas

Nos parece que varias lecturas rápidas de los escritos del atlas o del libro "Las emersiones del Caribe" sacaron a la luz una supuesta inclinación hacia los Estados Unidos, una sumisión a las posiciones norteamericanas, y hasta una aprobación de las actividades de los Estados Unidos en la zona. Los autores del atlas, por cierto tienen opiniones, pero el estatuto de investigador prohibe, en la medida de lo posible, tomar partido y les obliga a observar, analizar, comprender, explicar. Aquellas denominaciones resultan del estudio de los textos, de las estadísticas, de las posturas de la totalidad de los colaboradores, de las declaraciones de los gobernantes, de los votos en las grandes asambleas internacionales. También se inspiran mucho de la historia, para intentar comprender las continuidades, las rupturas en los grupos sociales, en las poblaciones y en sus representaciones.

Para entender la utilización de un término, nos parece adecuado volver a su misma definición. Traspatio es lo que se encuentra cerca de una casa, es una zona de despeje, una reserva de existencias que prolonga el alojamiento. En las ciudades, las casas del Caribe francófono muchas veces presentan este tipo de disposición, el traspatio no es accesible a los "forasteros" del mundo de la calle. Es el espacio reservado a los inquilinos.

"Sombra tutelar" sugiere la vigilancia hecha por un dominante: adultos sobre niños o personas debilitadas. Este control puede resultar inoportuno, por lo menos pregnante. Aplicado al dominio de la geopolítica, es una ampliación del significado.

Desde la mitad del siglo XIX, los Estados Unidos consideraron la región como un espacio bajo su control. El fracaso del sueño de la creación de un imperio sudista centrado en el Mar Caribe y el golfo de México, incluyendo los Estados del sur, la Mason-Dixon line y las grandes islas del archipiélago, no modificó el enfoque sobre la zona. Las (¿demasiadas?) numerosas intervenciones desde el fin del siglo XIX hasta el último cuarto del siglo XX muestran que consideran la región como uno de sus dominios reservados ( en comparación, aquella visión fue idéntica en el Mediterráneo durante los años cincuenta del siglo XX, porque aparecía, según ellos, como un amparo frente a la URSS). Las bases militares norteamericanas, a pesar de la reorganización de estos últimos decenios, manifiestan, con menos violencia, la presencia pregnante de los Estados Unidos. Su comportamiento para con Cuba hasta hoy, su silencio atronador durante el golpe de estado que derribó al Presidente Zelaya de Honduras en 2009 muestran, si fuera necesario, que no han cambiado sus disposiciones. Sin duda, los métodos se han vuelto menos bélicos y brutales, sin embargo siempre es mordaz la mirada que clavan sobre el Caribe. Por cierto, sacan provecho de las divisiones políticas, de la historia peculiar de cada entidad, de las relaciones que cada una mantiene con sus vecinos y a veces de las reivindicaciones territoriales que hoy no provocan conflictos bélicos pero alimentan las tensiones.

Por fin, es evidente que la AEC no tiene capacidad de oponerse a este potente vecino a pesar de ser el único medio de intervención en el escenario mundial, y por eso la ALBA sería el árbol que no deja ver el bosque en las relaciones de las entidades de zona con el potente vecino.

Esta sombra, esta visión geopólitica, todavía son propias del Estado norteamericano, sin embargo los actores son numerosos y todos llevan una responsabilidad más o menos grande según la importancia de las poblaciones y de las riquezas de las entidades.

Se puede afirmar, sin riesgo de ser desmentidos, que globalmente la democracia vive y se desarrolla en el Caribe. Aquí o allí permanecen imperfecciones, fragilidades, carencias, pero si se compara con muchas otras regiones del mundo, los caribeños viven más bien en Estados de derecho, incluso cuando en algunos casos, no se aprueba el derecho vigente. Lo que significa que las posiciones adoptadas por las élites y los gobernantes proceden de las poblaciones.

En el momento en que la mayoría de los países integran la ICC, la gran iniciativa del presidente Nixon, ¿se puede afirmar que el Caribe no está en la órbita de los Estados Unidos? ¿Que se debe concluir cuando Barbados reconoce que sus intercambios con el socio norteamericano sufrieron una baja de 80% a principios de los años 2000, a causa de las cláusulas contenidas en la ICC? ¿Cómo calificar estos acuerdos cuando México en 2009, da cuenta de los estragos del libre comercio establecido por el TLCAN sobre su producción de maíz y sobre todo sobre los pequeños agricultores cuyos productos cesan de ser competitivos?

¿Cuando en 2001, por todas partes en el Caribe, se vio florecer lemas "Todos somos americanos, todos somos neoyorquinos" mientras que no suscitó protestación alguna los más de 3000 muertos que ocasionaron la incursión y los bombardeos estadounidenses para apoderarse del general Noriega en Panamá City en 1989, era el silencio de entonces un acuerdo tácito o sencillamente prudencia a fin de no arriesgar los intereses económicos e incluso políticos?

De momento, las entidades de la región siguen teniendo numerosas posiciones divergentes. La región vive en un estado de paz y las miradas de los Estados Unidos se dirigen primero hacia Brasil que es una potencia emergente. Los intereses norteamericanos se sitúan más al sur. ¿Cuál puede ser el porvenir de la Cuenca en esta situación apretada? Confiamos en que la cooperación en el seno de la AEC pueda crear una vía original que preserve el desarrollo económico y la riqueza de la cultura caribeña. Pero desde hace dos o tres años, la AEC se queda sin voz.


 

Bibliografía

 

 

 

Arrault Jean-Baptiste, A propos du concept de méditerranée, Expérience géographique du monde et mondialisation (article).

 

Braudel Fernand, La Méditerranée et le monde méditerranéen au temps de Philippe II, 2e édition, 1966.

 

Braudel Fernand, Les mémoires de la Méditerranée, Éditions de Fallois, 1998.

 

Grataloup Christian, Géohistoire de la mondialisation, Armand Colin, 2007.

 

Revue Hérodote, La Méditerranée américaine, n° 27, 1982.

 

Revue Hérodote, Amériques, Nations Hispaniques, n° 99, 2000.

Autor(a) : Monique Bégot
Traducción :  : Alfred Regy

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