TURISMO
El turismo de cruceros, 2018
La cuenca del Caribe es la primera zona de crucero en el mundo. En 2018, 30 millones de cruceristas visitaron el mar caribe mediante las numerosas compañías que intervienen en la zona. Estos cruceristas representan uno de cada tres pasajeros de crucero en el mundo. No hace falta demostrar el atractivo de la cuenca, y las navieras lo discernieron perfectamente, ya que proponen más de 1000 recorridos diferentes en los que alternan los circuitos que priorizan las costas de América Central y los que se centran en las Antillas, con todas las variantes posibles. 15 importantes compañías se reparten aquel pequeño mar caribeño y multiplican las ofertas de circuitos y las actividades a bordo de sus imponentes buques, verdaderas ciudades flotantes. En este espacio marítimo, las islas y algunas ciudades del litoral tienen una función de hubs o de intermediarios y dan forma a una geografía del turismo de cruceros. Cuando se observan los itinerarios de las 3 principales compañías activas en la cuenca, se vislumbra una nueva organización de los flujos de transporte de pasajeros y del turismo de cruceros, a pesar de que esta actividad ocasiona muchas críticas. La reciente crisis sanitaria ha puesto de relieve el impacto negativo de la actividad para el medio ambiente insular, impacto denunciado desde hace muchos años en la zona y que, a causa de la parada obligada de los buques, puso de relieve los beneficios para el entorno y el medioambiente de la interrupción de la actividad. Si la reanudación de la actividad ya ha empezado, cabe interrogarse sobre la función de esta actividad en la organización de la zona, en la economía insular, y en las consecuencias ambientales. 1. Los cruceros, otra geografía de los intercambios marítimos en la zona.Los intercambios marítimos en la cuenca del Caribe se dedican principalmente al tráfico de cargas, sea de contenedores o sea de productos líquidos o sólidos. Pasando por el estrecho de Florida para conectar con los puertos de la zona y del golfo de México, o cruzando por el canal de Panamá y los puertos panameños, colombianos, jamaicanos o cubanos, las mercancías y los buques encargados del transporte, dibujan en la cuenca recorridos y rutas que vienen a completar y agarrarse a la gigantesca telaraña que forman las grandes autopistas del mar. Pero, los transportes marítimos en la cuenca no se limitan sólo a estos tráficos, la navegación de crucero se revela como una actividad importante y hasta dominante en ciertas subcuencas marítimas. Como para el tráfico de cargas, aparece una geografía en la que hay centros y periferias, flujos, hubs y puertos de transbordo.
Tabla nº1: Conexiones, puertos de salida, número de salidas
Fuentes : oficinas de reserva de las compañías de cruceros estudiados, 20020
La organización de los 1000 circuitos de cruceros que proponen una quincena de compañías marítimas se estructura alrededor de un hub principal y de dos hubs secundarios. Miami, en Florida, se destaca como la cabeza de puente de la red, el hub principal desde donde salen los 4/5 de los recorridos. Puerto principal para los embarques, beneficia de la ayuda de dos puertos insulares, uno en las grandes Antillas, San Juan (Puerto Rico) y el otro en las pequeñas Antillas, él de Bridgetown (Barbados).
Foto 1: Busques de cruceros en los terminales del Puerto de Miami. (Florida, Estados Unidos)
Foto 2: Vista de las terminales de cruceros en San Juan (Puerto Rico)
Fuente: Fotografía libre de derechos, 2021.
Foto 3: El centro de Bridgetown (Barbados)
Fuente: Fotografía libre de derechos, 2021.
Figura 1: Principales rutas de cruceros de Royal Carribean, MSC y Norvegian Cruises (2021)
Fuentes: Sitios de reserva de la empresa, 2021.
Autor: F. Turbout, MRSH, Universidad de Caen Normandía, 2021 Puertos de escalas o de enlace, distribuidos por toda la cuenca caribeña, excepto el golfo de México, completan la red de estos hubs. Son dichos puertos los que jalonan los circuitos de cruceros que proponen las grandes compañías marítimas que operan en la cuenca y les permite proponer una gran variedad de recorridos. Pero, de facto, estos circuitos se parecen mucho de una compañía a otra, puesto que los puertos que disponen de las infraestructuras necesarias para recibir aquellos buques (muelles, embarcaderos, zonas seguras….) son muy escasos. En realidad, la violenta competencia que existe entre estos gigantes del crucero tiene un carácter marginal, a base de las originalidades que proponen estas mismas compañías, o a través de las actividades a bordo de los buques, o mediante una o dos escalas originales. 2. Un sueño a veces artificialProponer circuitos originales es la garantía de atraer a una clientela numerosa y variada. Como las compañías no pueden intervenir en los puertos escalas que comparten con otros operadores, optaron por crear sus propias escalas. Es así que la compañía MSC optó por invertir en la adquisición de una isla, antiguamente dedicada a la producción de arena y luego abandonada . Ubicada en el centro del archipiélago de las Bahamas, esta isla se reserva únicamente a los pasajeros de los cruceros de MSC. Totalmente reorganizada como paraíso “artificial”, la isla se ha convertido en una escala imprescindible de los circuitos de la compañía. Ofrece a sus visitantes siete playas de arena blanca, un arrecife artificial de corales y centenares de palmeras y otras especies plantadas en un paisaje reconstruido para agradar a los turistas. La compañía apuesta por el respeto del medioambiente al colaborar con especialistas de la fauna y de la flora con el fin de implantar de nuevo especies locales terrestres o marinas, lo que no es sino una manera de hacer que se olviden los efectos del turismo de cruceros sobre los espacios insulares. Abierta desde 2019, Ocean Cay es un ejemplo de privatización de una escala que tiende a multiplicarse .
Fotos n°4,5,6 : Ocean Cay, de la artificialidad a un paraíso para los cruceros MSC
Fuente: Fotografías libres de derechos, 2021.
MSC no es la única compañía que disfruta de su propia isla, también es el caso de Princess Cruise con sus isla privada “Princess Cay”, de Holland American Line con la isla “Half Moon Cay”, de Royal Caribbean con la isla “Coco Cay “e igualmente de la compañía Norvegian Cruise que posee la isla Great Stirrup Cay. Todas estas islas pertenecen al archipiélago de las Bahamas. El ejemplo de Royal Caribbean es una acertada ilustración del reto económico que representa este tipo de turismo. En efecto la compañía es dueña de tres de los más grandes buques en el mundo (en tonelaje). Todos estos buques navegan en el Caribe. El más grande, el Symphony of the sea, fue construido por los astilleros del Atlántico en St Nazaire (Francia), por un coste global de más de mil millones de dólares. Explotado desde 2018, este buque puede acoger a 6 680 pasajeros y a una tripulación de 2384 miembros, repartidos en 16 cubiertas diferentes que tienen casinos, restaurantes, atracciones, piscinas y actividades deportivas. Fotos 7, 8 : La Sinfonía del Mar
Fuente: Royal Carribean, 2021.
Del tamaño de 3 campos de futbol, con más de 9 metros de calado, este coloso es la joya de la flota de Royal Caribbean que cuenta con 24 buques, muchos de ellos con capacidades similares en cuanto al número de cruceristas acogidos. Gigantismo de los buques, privatización y artificialización de las islas, proliferación de la oferta de circuitos, todos estos elementos contribuyen a transformar la cuenca del Caribe en la primera zona de cruceros del mundo. 3. El peso de la actividad de crucerosEn 2018 la cuenca caribeña vio pasar a 30 millones de cruceristas durante las escalas. Representan el 18,7% de los turistas en el Caribe, pero este bajo índice oculta fuertes disparidades entre Grandes Antillas, pequeñas Antillas y países del istmo.
Mapa 1: Turismo de cruceros en 2018
Autor: F. Turbout, MRSH, Universidad de Caen Normandía, 2021
Tabla nº2: Repartición de los cruceristas en 2018
Fuente: UNTWO, 2021
En los países del istmo, salvo Belice y Panamá donde unos escasos buques hacen escala, en particular los de Norvegian Cruise y de MSC los cruceristas no son muchos, menos de 1,2 millón. En cambio, los cruceristas son más de 8 millones en México. El peso de este tipo de turismo vale poco en México frente a los 96,5 millones de turistas registrados en 2018, apenas el 8,6%. Al contrario, para Panamá y Belice, estos cruceristas son una importante clientela con respectivamente 14,8 % y 71,2 % de la frecuentación turística en 2018. En las grandes Antillas, destino favorito de las compañías de cruceros, donde los puertos escalas son los más numerosos, la frecuentación de los cruceristas alcanza los 11,9 millón de personas. En Bahamas, islas Caimán e islas Turcas, esta clientela representa más del 65 % de los turistas que visitan esta islas. Con más de 4,8 millones de cruceristas, el archipiélago de las Bahamas se sitúa en primer rango de las escalas de los cruceros en las Grandes Antillas. Esta cifra se explica parcialmente por la presencia de las islas privadas propiedades de las compañías, que suelen ser escalas obligadas de los circuitos de sus cruceros. En las pequeñas Antillas, los contrastes son importantes, dependiendo de las islas. En Antigua, Aruba, Barbados, Curazao y Santa Lucía, el número de cruceristas supera los 700 000 visitantes. Pero, un archipiélago está delante de todas las demás escalas, él de las Islas Vírgenes con 1,4 millón de cruceristas. En algunas islas, el peso del turismo de cruceros es, a veces, muy importante. Por ejemplo en San Vicente, los cruceristas son más los ¾ de la clientela turística. En Antigua y Barbuda y en las islas Vírgenes británicas, los porcentajes son similares. Naturalmente estas notables asistencias son una fuente de divisas muy importante y son la base de una frecuentación turística que quedaría esporádica sin aquellas escalas. Sin embargo, conviene matizar estos índices de frecuentación, ya que se trata en mayoría de excursiones de sólo unas pocas horas, y no de una estancia de varios días o semanas. Los cruceristas gastan poco en las islas, porque las compañías dan la preferencia a los gastos a bordo de los barcos, y limitan el tiempo de escala en tierra. Los puertos y las autoridades locales no se ilusionan, pero se esfuerzan en desarrollar infraestructuras de transporte que permiten llegar con rapidez a los espacios comerciales, artesanales y a los restaurantes desde los muelles de desembarque de los buques de cruceros. Cuando esto se revela imposible, por falta de espacio suficiente, se organizan sistemas de traslado que salen de pontones en dirección a las playas y a la tierra firme, a veces sólo a unos diez metros de los bañistas.
Foto n°9: Busque de cruceros de Holland America Line anclado en la orilla de la playa
Fuente: Fotografía libre de derechos, 2021.
Fotos 10, 11: Philipsburgh, 26 de diciembre de 2018
Fuentes: periódicos locales, 2018.
7 buques de crucero, entre ellos uno anclado en alta mar, atracaron al mismo tiempo en la isla, en la parte neerlandesa que contaba con 40 654 habitantes en 2018. Entonces, fue una población casi tan numerosa como los nativos que llenó las calles y tiendas de la pequeña isla. Frente a aquellos excesos, pero también frente al gigantismo de los buques, a las contaminaciones asociadas, a las considerables inversiones en equipamientos e infraestructuras portuarias, surgen voces que denuncian los abusos y las consecuencias de aquella actividad en el medioambiente de las islas y sus litorales. 4. ¿ Qué impacto ambiental ?Un artículo reciente de Jean Marie Breton “Cruceros, medioambiente y contaminaciones” relata las consecuencias directas e indirectas de esta actividad en el entorno y en el medio marino. Los buques de crucero emiten dióxido de carbono, óxido nitroso y óxido de azufre a lo largo de sus recorridos y también en escala ya que no paran los motores a fin de permitir la marcha de las instalaciones de a bordo. Así, en los puertos escalas, los motores que funcionan con fuel pesado exhiben una importante carga de azufre, es decir superior a 3500 veces más que un coche. Según la asociación “France Nature Environnement“, un buque en escala contamina al igual que un millón de coches, particularmente en materia de emisiones de partículas finas y de dióxido de nitrógeno. A estas emisiones de sustancias tóxicas, conviene añadir el problema del tratamiento de las aguas residuales y de los desechos. Del punto de vista legal, los buques tienen el derecho de vaciar sus depósitos de aguas residuales a 5 km de la costa. Aquellas aguas contienen todo tipo de detritos, de productos químicos y de residuos microbianos. Para evaluar las cantidades que vierten en el mar, conviene notar que un paquebote tiene una capacidad de:
Cada día, un buque produce alrededor de 120 000 litros de aguas residuales y 28 000 litros de aguas oleosas en las sentinas, sin olvidar las aguas de lastre. Para llevar estas aguas de lastre al barco, son necesarios 33 camiones cisternas que sacan las aguas de diferentes zonas de los puertos de escala. Estas aguas vienen potencialmente llenas de micro organismos desconocidos que se derraman en los puertos escalas y aumentan el riesgo de contaminación. Por eso, los buques son posibles vectores de riesgos bacteriológicos o invasivos. Tratándose de los desechos sólidos, únicamente una parte se trata en tierra. Muchas veces, en aquellas islas escalas donde el simple tema del tratamiento de los desechos implica muchas dificultades, por falta de equipamientos para tratarlos, el exceso de desperdicios que viene de aquellos buques se gestiona con dificultad. Una parte de los desechos termina entonces en los océanos y contaminan, o en profundidad al generar zonas de estancamiento hasta los 2000 metros de fondo, o se aglomeran según las corrientes, en los estuarios y las desembocaduras de los ríos y a lo largo de los litorales, lo que deteriora los hábitats naturales, las planta acuáticas, y los arrecifes coralinos. Si hay reglamentaciones y si los puertos procuran equiparse poco a poco, todavía son insuficientes las medidas para luchar contra la contaminación provocada por aquellos gigantes de los mares. El convenio Marpol o las directivas cero emisiones de azufre, permiten mejorar la situación, pero el verdadero reto al respecto suele ser la gestión diaria de los desechos de los cruceros por islas que hasta hoy gestionan con dificultad sus propias producciones. ¿ Cómo asegurar la financiación de instalaciones dedicadas al tratamiento de los desechos por parte de islas totalmente subordinadas a la voluntad de la compañías de cruceros y ya endeudados a causa las estructuras de acogida que implementaron en conformidad con sus requisitos ? Más allá de este enfoque, se plantea el problema de la gestión del medio ambiente, de la degradación de los fondos marinos y de los riesgos bacteriológicos. Será necesario favorecer nuevas perspectivas si se mantiene la intensidad de esta actividad, sobre todo porque estas islas tendrán a corto plazo que gestionar también las dificultades asociadas al cambio del clima, entre las cuales la probable subida de las aguas costeras.
Organisation mondiale du tourisme ( 2019 ), Faits saillants du tourisme, édition 2019, OMT, Madrid, DOI : https://doi.org/10.18111/9789284421251. Jean-Marie Breton, « Croisière, environnement et pollutions », Études caribéennes [En ligne], 47 | Décembre 2020, mis en ligne le 15 décembre 2020, consulté le 21 juillet 2021. URL : http://journals.openedition.org/etudescaribeennes/20137 ; DOI : https://doi.org/10.4000/etudescaribeennes.20137
Traducción : : Alfred Regy Arriba |
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