ECONOMÍA
 
¿Hacia una autosuficiencia alimenticia? (2005-2007)

 

Para llegar a conocer la realidad de las producciones agrícolas en el Caribe con respecto a las poblaciones locales, no se debe tomar en cuenta las cifras brutas de producción de tal o cual producto en tal o cual país, sino comparar, al contrario, estas mismas cifras con la población total del país considerado.

Es efectivamente paradójico intentar una comparación entre entidades tan diferentes como México cuya superficie acerca los 1,98 millones de km2 y Dominica, pequeña isla de 754 km2 con una población de menos de 80 000 habitantes.

A pesar de todas las innovaciones técnicas, de las políticas voluntaristas o no, los volúmenes de producción jamás serán iguales. Por cierto, las cifras de producción per cápita no lo explican todo, sin embargo permiten abordar la noción de suficiencia alimentaria, particularmente en las pequeñas entidades, y examinar las opciones de las poblaciones en un mercado cada día más globalizado.

1. El entorno físico explica muchas veces la selección de los cultivos

El ejemplo de Dominica y su relieve montañoso ilustra esta dificultad de hacer coincidir agricultura extensiva y condiciones naturales. Durante tiempo, aquel relieve era un obstáculo para el desarrollo de cultivos extensivos de exportación tal como la caña de azúcar o el plátano, hoy esta desventaja se convierte más bien en un recurso por lo que se refiere al cultivo de legumbres (raíces, tubérculos, verduras...) o a la arboricultura frutal cuyos volúmenes de producción no dejan de sorprender. Por ejemplo, Dominica produce anualmente 348 kg de cítricos per cápita, mientras Martinica con condiciones naturales equivalentes, en particular en el norte de la isla, apenas llega a los 3,5 kg anuales por habitante.

Al contrario Barbados, pequeña isla de altitudes más bien bajas y con lluvias menos abundantes, pudo desarrollar el cultivo de la caña gracias a una intensa e innovadora investigación (1454 kg/hab.). La producción per cápita también estaba muy alta en San Cristóbal y Nieves, pero el bajo rendimiento obligó el Gobierno a cerrar el último ingenio en 2007.

2. La historia todavía es un elemento que explica las orientaciones agrícolas de cada una de las entidades

Las Grandes Antillas, América central y el norte de América del Sur vieron, durante tres siglos, desarrollarse la ganadería extensiva en haciendas de gran tamaño. En el archipiélago durante 150 años, vivieron los bucaneros de la captura de animales introducidos por los europeos y vueltos a la vida silvestre (bueyes, caballos, cerdos). Hasta hace poco, perduró aquella ganadería tradicional y eso explica las importantes producciones de leche y carne que se observan en los estados del istmo y de América del Sur (más de 100 kg anuales por habitante, y hasta 235 kg en Honduras o en la pequeña isla de Montserrat, lo que no deja de sorprender). En tal ejemplo, prevalece la tradición.

3. Las opciones más o menos recientes de las políticas agrícolas pueden cambiar el cuadro general de las producciones

A lo largo del siglo XX, el plátano apareció como un cultivo de sustitución de gran interés tras las repetidas crisis de la producción azucarera en las Pequeñas Antillas. Pero con rapidez, el cultivo de esta planta frágil, sensible al riesgo climático, particularmente a los ciclones, tuvo que enfrentarse con las gigantescas producciones del continente. Varia el índice de producción de 1 a 7 entre Dominica y Costa Rica que, obviamente, dispone de más recursos.

Las pequeñas estructuras no pueden sino buscar nichos de producción: pueden asentarse en la autosuficiencia alimenticia a través del desarrollo del cultivo de legumbres y frutas, de la valorización de estas producciones, y del intento de organizar un mercado regional que tomaría en cuenta la proximidad.

A fin de poner de relieve las dificultades de la integración caribeña, mucho se ha comentado el hecho de que todas las entidades proponían los mismos productos. Respecto a las producciones agrícolas de cada isla, ya no es tan cierto. Parte del abastecimiento de Martinica y Guadalupe, por lo que se refiere a las legumbres, frutas, raíces y tubérculos, puede venir de las otras islas de las Pequeñas Antillas, o de las Grandes Antillas como es el caso para los cítricos, y hasta del continente de tal manera que aguacates y piñas tendrían que recorrer un trayecto dos veces menos largo.

Una toma de conciencia de las realidades y de las capacidades de producción de cada entidad ofrece perspectivas razonablemente optimistas para organizar un mercado a escala del Gran Caribe. La crisis actual, las perspectivas climáticas debidas al recalentamiento del clima, el encarecimiento de los recursos energéticos y de las materias primas, deben incitar, en los próximos años, a escoger soluciones de proximidad para el abastecimiento. Una visión clara de las capacidades agrícolas es capaz de ayudar el surgimiento de aquellos mercados. La fragmentación y tres siglos de historia son verdaderos obstáculos, sin embargo algunas grandes conciencias del Caribe también pueden cambiar la situación.

 

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La zona del Caribe produce casi 41,8 millones de toneladas de cítricos, es decir más de la tercera parte de la producción mundial (36,2%). Brasil se sitúa como líder de los países productores de la zona ya que ella sola asegura la mitad de la producción total con unos 20,6 millones de toneladas en 2007. En realidad, la mayor parte de los volúmenes de producción viene de Brasil, México y Estados Unidos, pero si se comparan los totales de producción con las cifras de población de cada país productor, Brasil retrocede en tercer puesto de los 31 países productores. El país que más producción de cítricos tiene per cápita es Belice que hace alarde de un resultado espectacular de más de 936 kg por habitante. Los cítricos siguen siendo la principal producción de frutas en la zona caribeña.

 

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Una piña de cada tres que se consumen cada día viene de la zona caribeña. Los países de la cuenca del Caribe producen más de 6 millones de toneladas de piñas de los cuales la tercera parte proviene de la agricultura brasileña (2,6 millones de toneladas). La mayor parte de la producción de la cuenca viene de los países del istmo o de los países septentrionales de Sudamérica con un total de 5,5 millones de toneladas. También aparece en este grupo el país con la producción más importante per cápita: Costa Rica con casi 292 kg por cada habitante es el líder, mientras los Estados Unidos en el lado opuesto producen menos de 0,6 kg por habitante, pero con un total bruto de casi 172 500 toneladas en 2007. Es de notar que Martinica y Guadalupe también están en primera posición entre los países líderes de la producción de piña per cápita, con respectivamente 45 kg y 11,8 kg por cada habitante.

 

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El líder de la producción bananera por cada habitante en la zona del Caribe es sin duda Martinica con más de 751 kg por cada habitante en 2007, muy por delante de los Estados Unidos que no produjeron sino 0,03 kg/hab. durante aquel año de referencia. Con casi 200 kg menos que Martinica, Costa Rica se sitúa en segunda posición. A fin de cuentas, la zona del Caribe produce el 22,4% de la producción mundial de plátanos, o sea casi 18,2 millones de toneladas. Si se añaden los 6,2 millones de toneladas de plátanos verdes, son casi 24,5 millones de toneladas de plátanos procedentes del mundo caribeño que aprovisionan el mercado mundial. El cultivo del plátano verde es típico de la zona, con una producción media per cápita de 30,5 kg. Belice está en primer puesto con una de cifra de 136 kg por cada habitante. Es de notar que los Estados del istmo tienen los volúmenes más elevados de producción bananera, y al mismo tiempo los rendimientos entre los más fuertes del mundo (40 kg/hab. en Costa Rica o Guatemala, pero sólo 10 kg/hab. en Filipinas, y no más de 7 a 8 kg/hab. en las Grandes Antillas y en general en los demás países productores).

 

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Uno de cada dos aguacates producidos en la zona del Caribe viene de México. Es el primer productor de la zona caribeñas con más de 1,1 millón de toneladas. La producción caribeña de aguacates abastece casi el 61% del mercado mundial. La producción media es de 3,4 kg de aguacates por cada habitante en la región del Caribe. En esta relación producción/población, la isla de Granada se destaca con una producción de 17,7 kg per cápita a comparar con los 10 kg/hab. de México que sin embargo, es el primer productor en volumen de la zona.

 

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Generalmente, la fruticultura tropical es asociada, en las mentes, al mundo tropical y a la zona del Caribe. Sin embargo, sólo el 14,5% de la producción mundial se origina en este espacio. 4,8 millones de toneladas vienen de la agricultura caribeña sobre los 33,4 millones producidos a través del mundo. En el espacio caribeño, producen un poco más de 9 kg de promedio por cada habitante. Sin embargo, este bajo resultado no debe ocultar las fuertes disparidades regionales que hacen que se contraponen Haití, con más de 29 kg por cada habitante y los Estados Unidos con 0,01 kg por cada habitante.

 

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Las cucurbitáceas, que se pueden considerar como un cultivo supletorio en la zona, no pasan de los 3,4 millones de toneladas y no aseguran sino el 5,1% de la producción mundial. A pesar de todo, esta producción es la base de gran parte de la alimentación de las poblaciones locales. Pepinos, calabazas, localmente llamadas auyamas, forman parte del patrimonio alimenticio, utilizados muy a menudo como guarnición de los platos de pescado. No obstante, el bajo nivel de producción oculta situaciones muy variadas entre las cuales Cuba se sitúa en primer puesto para la producción por cada habitante con 53,2 kg en 2007. El cultivo de las cucurbitáceas produce anualmente un poco menos de 10 kg de promedio por cada habitante.

Autor(a) : Monique Bégot

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