ESPACIOS MARÍTIMOS
 
Recorte del mar Caribe

 

El Mar del Caribe y el golfo de México dominan desde sus 4 300 000 kilómetros cuadrados la delgada orilla continental o insular que los bordea. Desde la época precolombina hasta los tiempos modernos y la época actual, han prevalecido la multiplicidad y yuxtaposición de entidades políticas. Hoy en día, y pese a sus vastas dimensiones, los estados ribereños se han repartido todo este espacio marítimo. Las fronteras invisibles aunque reales que dibujan la extensión líquida, dan de la región una imagen compleja pero diferente del mapa político tradicional. Cualquier isla, por pequeña que sea, cobra de repente una dimensión insospechada, se descubren las ambiciones de algunas potencias regionales, y las rivalidades cambian de naturaleza y dimensión.

 

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La fragmentación de la región, las cortas distancias entre las islas, los desafíos económicos, políticos y ecológicos (postura adoptada por la Asociación de Estados del Caribe contrarios al paso de barcos que transportan residuos nucleares), la desigualdad de medios de la que disponen los estados para explotar y vigilar sus espacios marítimos, se asocian para hacer del mar un espacio sensible, una zona de litigios potenciales en la que cristalizan y se materializan los problemas de soberanía y de buena vecindad. Las frecuentes intercepciones de barcos extranjeros por pescar en aguas territoriales, alimentan los persistentes conflictos entre algunas islas, por ejemplo, entre los departamentos franceses (DFA) y sus vecinos anglófonos. Algunos conflictos se denuncian ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya.

Antes del siglo XX, el mar apenas era un medio de comunicación entre las grandes potencias en el que había que asegurar la libertad y la seguridad. El desarrollo industrial hace que se mire al mar y a sus plataformas continentales de otra manera. La búsqueda de yacimientos petrolíferos y la pesca industrial las convierten en objetivos económicos. El nacimiento de muchos estados independientes en el mundo, la regulación establecida por las Naciones Unidas desde los años 1950 hasta los años 1970 la instauración de «un derecho al mar» que concede a los estados ribereños una soberanía casi total en una zona de 12 millas llamada aguas territoriales y, derechos de explotación en una zona de 200 millas, la ZEE (Zona Económica Exclusiva)

La convención de Montego Bay (Jamaica) ratificada en 1982, generaliza y oficializa las reglas… pero, no todos los estados la han firmado y, entre los no firmantes, se hallan los Estados Unidos que, sin embargo, desempeñaron un importante papel en las convenciones internacionales desde los años 1945. Las divergencias acerca de cómo preservar mejor los intereses de los Estados Unidos, particularmente en el Mar de China, impidieron su firma hasta el año 2012. La aplicación de esas reglas produce a veces resultados sorprendentes. Gracias a los minúsculos islotes de Aves, a la altura de la isla de Guadalupe, inhabitados excepto una guarnición militar, se le concedió a Venezuela una inmensa zona ZEE. Colombia disfruta de la misma ventaja merced a la isla de San Andrés. Todo ello confirma las ambiciones de estos países como potencias regionales. En cambio, los pescadores de los departamentos franceses se han quedado privados de zonas de pesca en las que faenaban tradicionalmente.

A pesar de las reglas promulgadas, muchos problemas de delimitación siguen en suspenso, y múltiples acuerdos particulares permanecen vigentes: acuerdos bilaterales, concesión de derechos de pesca a flotas extranjeras, acuerdos tácitos para la pesca de peces pelágicos migratorios. El espacio marítimo del Caribe sigue siendo objeto de una codicia propicia a las tensiones y a los conflictos.

Autores : Patrice Roth, Pascal Buleon

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