RIESGOS MAYORES
 
Incertidumbres naturales (1999)

 

Las incertidumbres naturales en el desarrollo del Caribe insular

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Con una longitud de 2000 km la guirnalda insular caribeña une los dos subcontinentes americanos del norte y del sur. Al igual que la casi totalidad de las guirnaldas insulares, este espacio situado en la zona intertropical afronta mecanismos naturales brutales. Cuando se desencadenan estos fenómenos naturales, los densos asentamientos humanos del archipiélago y las concentraciones del istmo padecen numerosos daños, generalmente materiales, sin excluir hecatombes. Para estos espacios en vías de desarrollo, el contexto atmosférico y tectónico del archipiélago es una considerable desventaja. Al interior mismo del Caribe la repartición de los fenómenos es irregular. ¿Es esto un factor de desigualdades regionales que se añaden a los factores políticos y económicos? 

Nació el archipiélago caribeño de la lucha de las fuerzas tectónicas que existen a la superficie del globo terrestre. Tres grandes series de catástrofes afectan este archipiélago habitado por treinta y cuatro millones de habitantes: catástrofes ciclónicas, volcánicas y sísmicas. Originan también efectos indirectos propios o mezclados (movimientos de las aguas marinas, derrumbamientos, corrimientos de tierras, inundaciones). 

 

Se pueden observar tres grupos de islas:

  • Un espacio hiperactivo que abarca las pequeñas Antillas del centro (Islas del norte), Guadalupe, Dominica, Martinica, Santa Lucía, San Vicente. De 1900 a 1989, estas islas vivieron por lo menos 3 catástrofes y sufrieron 2 huracanes mayores. La situación más crítica es la de Guadalupe que vivió 9 huracanes y 7 catástrofes terrestres importantes. En estas islas se aglutinan los volcanes activos del arco caribeño (Monte Pelée, Soufrière en Guadalupe, San Vicente y Monserrat). 
  • Un espacio de actividad mediana que corresponde a las grandes Antillas: durante el mismo período sufrieron por lo menos 8 huracanes, pero a lo sumo solamente una gran catástrofe terrestre. La situación de Cuba es particular ya que la “isla grande” no padeció ningúna erupción volcánica ni peligro sísmico. En cambio, tuvo que afrontar 26 huracanes. La gran frecuencia de huracanes observada se explica por la gran superficie de los territorios concernidos que así tienen más posibilidades de ser afectados por aquellos fenómenos. 
  • Los espacios “protegidos”: ninguna catástrofe terrestre en 89 años y pocas catástrofes ciclónicas debido a la baja latitud de estas islas. Esta categoría reúne las islas de Granada, Trinidad y Tobago, Barbados, Aruba, Bonaire y Curazao.  

 

Es posible establecer una síntesis esquemática y geográfica de la repartición de las catástrofes en su contexto general. Esta primera aproximación excluye los fenómenos como las tormentas tropicales, menos brutales pero que pueden causar estragos (Dorothy en 1970 en Martinica) a causa de las fuertes lluvias y de los efectos debidos a la ubicación de los lugares. 

Cuando ocurren, las catástrofes naturales ponen de relieve las carencias estructurales del desarrollo de los estados del Caribe. Generalmente, la diferencia reside en la capacidad de cada una de las entidades para anticipar los riesgos, imaginar soluciones para proteger a las poblaciones y poner en marcha los dispositivos de socorro. El paso de la tormenta Gordon en noviembre de 1994 en Haití causó 829 víctimas, mientras que en Florida el mismo fenómeno no hizo sino 2 muertos. En tal caso, los balances desastrosos son un indicador del desarrollo.

Por otra parte, una activa ciclogénesis impactó el fin de los años 1990, sobre todo durante la temporada 1995. Entre el 28 de agosto y el 28 de septiembre, 5 perturbaciones ciclónicas pasaron por el norte del Atlántico. Entre ellas, tres afectaron el archipiélago de las Antillas. En 1998, dos huracanes mayores, Georges y Mitch, afectaron respectivamente las Antillas y Centroamérica. Los fenómenos ciclónicos representan realmente los peligros más frecuentes. Sin embargo, no se debe menospreciar el volcanismo a pesar de sus manifestaciones más escasas. 1997 fue el año de la erupción de la Soufrière de Montserrat que condenó a gran parte de la población al exilio (islas vecinas, Gran Breteña). Esta frecuencia de las catástrofes naturales conlleva decisiones fuertes y fundamentales en cuanto a la ordenación del territorio y a la prevención, lo que varía de una isla a otra.

 

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Algunas fechas memorables (1975-1990):

  • 1976: erupción freática de la Soufrière en Guadalupe
  • 1979: erupción magnética de la Soufrière en San Vicente
  • 1985: seísmo sentido en Guadalupe (magnitud 5) - daños ligeros

 

Para saber más:


R. Madriaga, G. Perrier, Les tremblements de terre, Presses du CRNS, Paris, 1991.

 

H. Pascaline, J.J. Jérémie, Les volcans actifs des Petites Antilles, Université des Antilles et de la Guyane, 1985.

 

F. Pagney, Les ouragans tropicaux, CDDP Guadeloupe, Pointe-á-Pitre, 1994.

 

R.A. Pielke, The Hurricanes, editado por Routledge, New York, 1990.

Autor(a) : Bruno Magallon
Traducción :  : Alfred Regy

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