ESPACIOS MARÍTIMOS
 
Vínculo y obstáculos, una función ambivalente

 

¿Cómo delimitar el espacio marítimo regional? ¿Qué importancia tiene el mar en las relaciones y en la construcción regional?

La considerable zona azul en el centro del mapa, deja entender que la fina franja de tierras heteróclitas que se diseminan en sus orillas tiene la evidencia visual y conceptual de un espacio coherente y armonioso.

En 1994, en el acto fundador de la AEC,1 los jefes de estado y de gobierno de la región reconocen «la importancia del Mar Caribe como activo común de los pueblos del Caribe, el papel que ha desempeñado en su historia y su potencial para operar como elemento unificador de su desarrollo».2 La señora M. Manigat3 considera el mar como «una dotación geográfica inmutable». Según ella «el marco de gestación, de extensión y de transformación de aquella identidad (caribeña) es geográfico. Dos eminentes geógrafos europeos, Alexander Von Humbolt y Elisée Reclus identificaron con acierto este mediterráneo americano, al lado del original europeo y de otro asiático». Indiscutiblemente, es el mar el elemento unificador principal de una región centrada en el mar, de un mediterráneo Caribe; la define, con ella comparte el nombre, se identifica con ella.

Sin embargo, esta lógica física dominante, simple (¿demasiado simple?) y satisfactoria para el espíritu, debió transigir con otra lógica de carácter histórico y cultural, afirmada en la Declaración de Margarita4: «Reconocemos que la herencia cultural del Gran Caribe es una fuerza unificadora poderosa». En este aspecto, las Guayanas (verdaderas «islas continentales»), las Bahamas, las islas Turcas y Caicos y sus respectivos dominios marítimos vienen integrados en el perímetro regional. El espacio marítimo regional, que aquí llamaremos «espacio marítimo del Caribe» o «dominio marítimo del Caribe» así incluye, además del mar Caribe stricto sensu, el golfo de México y una amplia corona atlántica que se despliega desde Florida hasta las Guayanas.

Limites del espacío marítimo del Caribe

 

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Estos límites, aprobados ya en 1983 en los convenios regionales sobre la preservación del medio ambiente,5 son hoy objeto de un consenso general.

Pero, si el mar es para la región un poderoso elemento unificador, también es factor de separación, de parcelación, de desprendimiento, de ruptura distancia/tiempo y distancia/coste. Se agravan estos fenómenos cuando a la separación física se añade, como es frecuente, una frontera política y su serie de legislaciones diferentes, de controles, de requisitos, de aranceles y de veces de recelos. En el Caribe insular más específicamente, el mar contribuye a dar forma, a veces a muy poca distancia, a un sinnúmero de finos particularismos. Tantas islas, tantas identidades fuertes: las islas de Marie-Galante, La Desirade, o Les Saintes, a pesar de su proximidad con el continente guadalupeño, de su historia común, de su pertenencia al mismo conjunto político, no son Guadalupe. El sentimiento separatista queda fuerte en Nieves frente a la muy próxima San Cristóbal.

Como si fuera una aparente contradicción, las islas en postura defensiva de «pequeños» son casi siempre los instigadores e iniciadores de las estructuras y organizaciones regionales, y son las que más desean cooperación, conforme al principio «la unión hace la fuerza». Al mismo tiempo, objetos geográficos «acabados» que se bastan a sí mismos, no es profundamente propio de ellas federarse, disolverse en conjuntos más grandes, renunciar ni a una pizca de lo que consideran como su propia esencia. La búsqueda de aperturas, de «respiración» exterior se combina con una cultura de la especificidad, hasta de cierto egocentrismo. La inestabilidad y las tendencias centrífugas que zapan la estabilidad de muchos estados archipiélagos en el mundo lo demuestran.6

 

Durante los últimos siglos, lo que se juega en el mar se transformó en profundidad (ver Intereses, derecho internacional, relaciones regionales). Hoy, el mar está en el centro de varias problemáticas regionales: intercambios comerciales, turismo, medio ambiente, previsión y prevención de ciertos riesgos naturales, recursos naturales, tráficos ilegales, entre otros. En todos estos aspectos, el mar es a la vez, entre los estados y territorios que la costean, espacio de colaboración y cooperación (ver Pólíticas regionales del mar) pero también de tensiones y conflictos (ver Numerosos conflictos de baja intensidad).


1 Asociación de Estados del Caribe.

2 Preámbulo del Convenio de Cartagena que dio origen a la AEC (Asociación de Estados del Caribe).

3 Extractos de la conferencia de la señora Mirlande Manigat en la 4º reunión de Rectores y Presidentes de las Universidades del Caribe, en el Karibe Convention Center, el jueves 29 de junio de 2006. La señora Manigat es profesora encargada de las relaciones internacionales de la Universidad de Quisqueya.

4 Artículo 12 del documento final de la 3º cumbre de jefes de estado y de gobierno de los estados y territorios de la AEC con el fin de «consolidar el gran Caribe», 11 y 12 de diciembre de 2001, Isla de Margarita, Distrito de Nueva Esparta, Venezuela.

5 Por «zona de aplicación del Convenio» se entiende el medio marino del Golfo de México, el Mar Caribe y las zonas adyacentes del Océano Atlántico al sur de los 30' de latitud norte y dentro de las 200 millas marinas de las costas atlánticas de los Estados a que se hace referencia en el artículo 25 del Convenio.

6 Por ejemplo las Comores, las Filipinas, Indonesia.

Autor(a) : Patrice Roth

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