SALUD SIDA (1991-1995)
El primer caso de SIDA se declaró en Jamaica en 1982. Durante el año siguiente, 8 casos fueron señalados en Trinidad y Tobago. A fines de 1995, no se censaron menos de 8200 casos en los únicos países miembros del Centro Caribeño de Epidemiología (CAREC) (Bahamas, Bermuda, islas Turcas y Caicos, Barbados, Trinidad y Tobago, San Cristóbal y Nieves, Dominica, Guyana, Antigua y Barbuda, Granada, islas Vírgenes británicas, San Vicente, islas Caimán, Jamaica, Belice, Surinam, Santa Lucía, Montserrat). A esta cifra, sin duda inferior a la realidad, conviene añadir la de los departamentos franceses de América y las, mal conocidas, de Haití y Cuba. De hecho, excepto unos escasos y mínimos casos (¿Antillas neerlandesas?), la enfermedad afecta a todos los Estados de la región, a todas las categorías sociales y a todas las clases de edad. A escala del mundo y manteniendo las proporciones, el Caribe parece muy afectado: como ejemplo, los DFA (sobre todo Guyana) figuran entre los departamentos franceses más afectadas por la epidemia. Si el virus no conoce fronteras, su detección y la atención a los enfermos dependen en gran parte de las desigualdades económicas. Al contrario, la amplitud de la epidemia no parece relacionada con el nivel de desarrollo: hasta se comprueba que la mayoría de los países más afectados (Bermudas, Barbados o Trinidad por ejemplo) figuran entre los más ricos y desarrollados de la región. Las Bahamas que hasta tienen el 2º IDH regional (inmediatamente detrás de Barbados) poseen el triste récord de 820.9 casos registrados por 100 000 habitantes. No aparecen claramente las causas de esta situación; sin duda son múltiples. La tasa de defunciones por 100 000 habitantes (en el caso de los 19 países miembros del CAREC) aumentó mucho al principio del decenio, pasando de 6.5 en 1990 a 16.6 en 1995. El SIDA incluso se convirtió en la primera causa de mortalidad de los jóvenes adultos (menos de 35 años), muy por delante de los accidentes de carretera. Como era de esperar, se notará que 2/3 de las defunciones afectan a las clases de edad comprendidas entre 15 y 44 años. Si los hombres adultos siempre forman el grupo más afectado, desde hace más de un decenio no cesan de aumentar los casos de contaminación de mujeres y niños y el SIDA pediátrico ya es una preocupación mayor. La transmisión heterosexual es ampliamente mayoritaria desde 1985 (al principio de la epidemia, los homosexuales eran los más afectados), siendo particularmente afectados ciertos grupos marginados (emigrantes sobre todo los emigrantes ilegales, prostitutas, drogadictos). La observación del SIDA empezó desde los principios de la epidemia con la práctica de la serología, pero la mayoría de los Estados de la región, al igual que muchos países del Tercer Mundo, se enfrentan a graves problemas de recursos tanto para la prevención como para el censo y la atención médica eficaz a los enfermos del SIDA. Más que las carencias frecuentes en el entorno médico, la escasez de estructuras hospitalarias adecuadas es patente en todas partes. Las dificultades de acceso a ciertos grupos de riesgos (ver arriba) dificultan el conocimiento y la observación precisa de la epidemia. A veces, se entromete la política y conduce a la subestimación del fenómeno. A pesar de todo, se registran progresos en el conocimiento estadístico de la enfermedad, el crecimiento de los casos censados a menudo reflejan aquellos progresos, por lo menos parcialmente, en vez de una agravación efectiva de la situación. La situación queda preocupante sobre todo a nivel de los programas nacionales de prevención y de atención a los enfermos, por no estar siempre disponibles las terapias más exitosas.
Casos de SIDA registrados por 100 000 habitantes
(DDASS Martinica: Campaña de prevención 1991)
*Cifras recientes mucho más altas
Traducción : : Alfred Regy Arriba |
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