ECONOMÍA
 
Hacia la integracion energetica de la cuenca del Caribe (2004-2007)

 

Por lo que se refiere a la energía, el gran Caribe es un espacio donde dominan los hidrocarburos. Dejaron en la zona las huellas de una larga historia parecida a su historia mundial, en la que figuran los duros enfrentamientos entre las empresas anglo-sajonas y los países productores para la propiedad del petróleo, la duración de las concesiones petroleras, los lugares de refinado, la selección de los áreas de mercado.

Esta América media incluye a la vez grandes productores exportadores como México y Venezuela, espacios antillanos de refinado cruciales y territorios, islas antillanas, países de centro América y Guyana, muy dependientes del exterior. Es conveniente esbozar el actual balance energético. Por una parte, tal balance parece reactivar viejos conflictos de intereses, y por otra parte abrir nuevas perspectivas. En un mundo ávido globalmente de una energía costosa hoy en día, y por otra parte preocupada por no gastarla por motivos ecológicos, la América media podría tener previsto un camino hacia la integración regional. Este balance puede estructurarse en tres fases:

  • una reseña histórica de los conflictos de intereses a lo largo del siglo XX,

  • los nuevos datos energéticos del siglo XXI,

  • los nuevos planes de integración regional.

1. Los hidrocarburos en el Caribe del siglo 20

1.1. La omnipotencia de las compañías mayores y del mercado norte americano durante tres cuartos de siglo

1.1.1. Le El desplazamiento de los intereses de las compañías de México a Venezuela

Cuando en 1910 estalló la Revolución, México era uno de los tres principales productores de petróleo del mundo con los Estados Unidos y Rusia. La Revolución modificó el estatuto de la propiedad del subsuelo, la devolvió al Estado, anulando de este modo las concesiones vendidas a bajo precio a las compañías anglo-americanas. Aquella retomada de control de los recursos naturales por la nación conoció su apogeo en 1938 con la nacionalización de los hidrocarburos mediante la creación de la compañía PEMEX por el Presidente L. Cardenas. Se trataba de un acontecimiento inaudito pero precursor en la historia petrolera mundial, que anticipaba con un tercio de siglo de adelanto las nacionalizaciones persas y árabes resultantes de los “choques petroleros”.

Ya en los años 1920, los geólogos americanos estuvieron en busca de yacimientos más seguros en el litoral Caribe de América del sur. En 1917, descubrieron petróleo en Mene Grande en la orilla oriental del lago de Maracaibo. Para garantizar su independencia frente al poder venezolano, los intereses anglo-americanos (EXXON y Shell) optaron por refinar los hidrocarburos en las islas vecinas de Curazao y Aruba, colonias holandesas, donde cada una de aquellas empresas construyó una refinería, dando así una vocación “petrolera” a aquellas islas que habían sobrevivido gracias a un intenso tráfico, más o menos legal, con Venezuela durante la colonización española y a lo largo del siglo 19. Así, Curazao y Aruba refinaban el petróleo venezolano, propiedad de Shell y EXXON que exportaban los productos refinados hacia la costa este de los Estados Unidos y Europa occidental.

 

Estas dos refinerías desempeñaron un papel importante durante la segunda guerra mundial en el abastecimiento en petróleo de Gran Bretaña. Para proteger los convoyes contra los submarinos alemanes que rondaban hasta en el delta del Orinoco, los Estados Unidos establecieron, a partir de 1941, una fuerte base aeronaval en Chaguaramas, al sureste de Trinidad, a fin de vigilar toda la región, en complemento de sus otras bases establecidas en las islas Bahamas, Barbados, y Rochambeau (Guyana francesa). Durante la guerra, Venezuela fomentó el proyecto de anexionar Aruba y Curazao, bajo el pretexto de la invasión de Holanda por Alemania. Después de 1945, fue necesaria toda la determinación de Holanda, apoyada por los Aliados, para recuperar aquellas dos islas.

 

Después de la guerra, Venezuela presionó a las dos compañías para que cada una edificara una refinería en la península de Paraguaná a fin de refinar el petróleo que surgía del subsuelo venezolano. De tal modo que, durante los años 1970, cuatro importantes unidades situadas en radio de unos diez kilómetros (2 de la Shell, 2 de EXXON) destilaban aquel petróleo. Aquel desdoblamiento industrial de origen geopolítico parecía hasta cierto punto a la situación petrolera de Trinidad.

Igualmente, en Colombia, la primera concesión otorgada en 1905 fue recuperada por una filial de la Standard Oil of New Jersey, ya en 1921, por una duración de treinta años. Sin embargo, los descubrimientos no eran tan ricos como los de Venezuela, y estaban más distantes de la costa (600 km).

1.1.2. Trinidad: una universalización a escala del grupo Texaco

Muy temprano, las empresas inglesas manifestaron interés por Trinidad, conocida desde la época amerindia gracias a su yacimiento natural de asfalto (Pitch Lake). Se edificó una refinería en aquella colonia británica sobre venas de poca extensión. Después de 1945, Texaco recuperó los intereses ingleses y desarrolló en Trinidad un polo logístico en el complejo circuito interno del grupo. Entraba el petróleo en Trinidad, luego se exportaba crudo a los Estados Unidos para ser refinado, mientras importaban crudo de Indonesia y Medio Oriente en la gigantesca refinería de Point-a-Pierre para exportar los productos refinados hacia los Estados Unidos y Europa occidental.

1.1.3. Las Antillas, principal polo de refinado del petróleo

A partir de los años 1960, los Estados Unidos aumentaron sus importaciones de petróleo procedente del Oriente Medio, siendo el crudo transportado en buques tanques de tamaño y calado en aumento, de modo que no podían ser acogidos más en los puertos de la costa occidental de los Estados Unidos. Por otra parte, las crecientes necesidades de hidrocarburo significaban un progreso del refinado, pero las poblaciones del continente se volvían más y más desfavorables frente a la construcción de nuevas refinerías. Las compañías petroleras americanas eligieron las Antillas con un doble objetivo: primero construir nuevas refinerías y engrandecer las existentes, y segundo resolver el problema logístico mediante la instalación de puertos pivotes en los que los super buques tanques serían descargados y la carga puesta en buques capaces de entrar en los puertos americanos.

Las refinerías de las empresas mayores en las islas del sur (Aruba, Curazao, Trinidad) fueron extendidas, las compañías independientes optaron por las islas de Santa Cruz y Gran Bahama (esta opción se basaba en la proximidad de los Estados Unidos y en la seguridad geopolítica. Santa Cruz es una de las islas Vírgenes americanas y el archipiélago de las Bahamas, independiente en 1973, se transformó en un apéndice económico de la muy cercana Florida). Se establecieron puertos pivotes con depósitos de distribución en Curazao, Santa Lucía, San Eustaquio, y Gran Bahama.

Durante los años 1960, se construyeron refinerías de poca capacidad para abastecer los mercados nacionales: Barbados, Jamaica, Antigua, y otros países de Centroamérica.

De este modo, tres tipos de refinerías coexistían en la cuenca del Caribe: unas que se destinaban al mercado local, otras que, apoyadas en yacimientos abundantes, dejaban márgenes para la exportación (México, Venezuela, Trinidad) y por fin las que, desde una isla, actuaban como distribuidores entre los países productores (generalmente del Oriente Medio) y el mercado norte americano (Santa Cruz y Bahamas). El conjunto daba a la región un peso considerable en el refinado mundial. Venezuela tenía una capacidad equivalente a los tres cuartos de la de todo el continente africano y la sola isla de Santa Cruz rebasaba la capacidad de Arabia Saudita con la refinería más importante de América.

1.2. Las consecuencias de los “choques petroleros”

1.2.1. La ola nacionalista en los países productores y la retomada de control de los hidrocarburos

Creada par Venezuela en 1960 en medio de la indiferencia general, la OPEP vino a ser a partir de 1970, la punta de lanza del conflicto de interés entre las compañías petroleras y los países productores. Más allá de los argumentos geopolíticos (embargo contra Israel en 1973, caída del Shah de Irán en 1979), los dos choques petroleros aumentaron fuertemente el precio del barril de crudo, cambiaron la repartición de los royalties en beneficio de los países productores e impulsó la creación de compañías públicas. Fue así como Venezuela nacionalizó en 1976 las 14 empresas instaladas en su territorio y las reunió en la PETROVEN (transformada después en PDV SA). Igualmente, las autoridades de Trinidad se otorgaron el monopolio de la distribución del gas natural.

Durante aquel período, se descubrieron enormes yacimientos de hidrocarburos en México, en el golfo de Campeche, lo que alzó la confianza de la PEMEX que, como PETROVEN, inició el desarrollo de una petroquímica nacional que las compañías mayores se habían abstenido de fomentar. Las compañías caribeñas, aprovechando las rivalidades entre las compañías mayores y las demás compañías norte americanas y europeas, crearon sociedades mixtas apoyadas en intereses privados extranjeros. De esta manera, Trinidad empezó la construcción en Point Lisas de un enorme complejo de fabricación de amoníaco alimentado por el gas natural, e inició la implantación de una siderurgia local.

México y Venezuela utilizaron los “petrodólares” para diversificar su espacio industrial. México intensificó su siderurgia (costa del pacífico) y se dotó de industrias mecánicas. Venezuela estableció un polo de industrias pesadas en la parte baja del río Orinoco: siderurgia gracias a la proximidad del mineral de hierro, metalurgia del aluminio a base de la bauxita nacional o importada, siendo todo esto apoyado en el enorme potencial hidroeléctrico del Orinoco (represa de Guri). Además, el descubrimiento del inmenso yacimiento de asfalto que rodea el Orinoco (40 000 km2), aunque no estaba al alcance de las técnicas de explotación de aquel tiempo, originó grandes esperanzas para el porvenir petrolero del país que algunos periódicos llamaban “Venezuela Saudita”.

1.2.2. La obsolescencia de las refinerías antillanas

La rápida subida del precio del crudo entre 1971 y 1979 causó profundos trastornos en la estructura del mercado de los productos petroleros. Los combustibles (productos negros como el fuel-oil) estuvieron en competencia con el carbón, el gas natural y la electricidad de origen hidráulica o nuclear. Nuevos materiales bajaron de forma significativa el volumen de energía necesaria para la fabricación de un sinnúmero de productos. Pero las refinerías antillanas tenían una estructura técnica sencilla: se trataba, sobre todo, de abastecer los mercados norte americanos y europeos en aceite pesada. Para responder a las nuevas necesidades de un mercado más ávido de carburante y productos destinados a la petroquímica, hacía falta dotar las refinerías de costosas unidades de destilación secundaria (instalar la destilación secundaria resulta dos veces más costosa que la primaria. Consiste en “craquear” y recomponer las más pesadas moléculas para extraer “productos blancos” más volátiles como los carburantes. En 1980, con una capacidad de refinado de 330 millones de toneladas en el Caribe, la destilación secundaria no representaba sino el 10% del total (4% para el único Venezuela). Mientras que las refinerías de los Estados Unidos producían 55% de gasolina y queroseno así como 14% de aceites pesados, las refinerías caribeñas no extraían sino 20% de carburantes frente a 52% de aceites pesados.

Las sociedades optaron por equipar sus refinerías continentales. Sobrecargadas de aceites pesadas que difícilmente se vendían, las refinerías antillanas vinieron a ser menos rentables a lo largo de los años. Las mayores empresas decidieron deshacerse de ellas. En 1985, Shell y EXXON vendieron sus unidades en Curazao y Aruba por un precio simbólico (las clausulas de la venta precisaban que las autoridades de la isla abandonaban todo pleito en el futuro respecto a las contaminaciones reales o posibles que pudieran implicar la responsabilidad de las empresas mayores). Venezuela compró la refinería de Curazao, y más tarde la de Aruba. Recuperó unidades anticuadas y aminoró sus capacidades. Texaco vendió la refinería de Point-a-Pierre a Trinidad (Compañía petrolera de Trinidad) y se disminuyó la capacidad de cuatro quintas partes para corresponder al mercado local y al de los miembros del CARICOM.

Así, el principio de los años 1980 parecía clausurar el período de dominación de las empresas mayores en el espacio energético del Caribe, en conformidad con los trastornos existentes en el mercado petrolero mundial. El mercado caribeño se encaminaba hacia una retomada del control de sus intereses petroleros, imitando en esto a sus colegas medio orientales.

El tratado de San José (1975) iniciaba una integración regional. México y Venezuela, entonces cercanos en cuanto a la ideología, se comprometían en proveer en petróleo barato a los países de Centroamérica (excepto Panamá) y a las grandes Antillas (Haití, República Dominicana, Jamaica y sobre todo Cuba). Crearon un fondo especial para sufragar el equipamiento hidroeléctrico en América central.

Sin embargo, la mayor parte de las exportaciones petroleras de México y Venezuela seguía alimentando el mercado norte americano, el cual persistía en pesar con fuerza sobre la coyuntura petrolera caribeña, aun más claramente que lo hacía en el mercado mundial.

1.3. La revancha de las compañías extranjeras mediante el mercado

1.3.1. El regreso del petróleo barato

En medio de los años 1980, el mercado mundial del petróleo cambió por varias razones. Primero, la OPEP perdió el control de aquel mercado a causa del progreso de los productores fuera de la OPEP (Gran Bretaña, Noruega, URSS y luego Rusia). Por otra parte, la Agencia Internacional de Energía incitó a los países industrializados a concebir una economía con menos consumo de energía. El rápido impulso de la informática favoreció los productos inmateriales en detrimento de los bienes tradicionales. Los procesos industriales se volvieron menos ávidos en energía.

Por fin, la industria petrolera, de alta proporción de capitales, necesitaba costosas inversiones a largo plazo. En esta perspectiva, las empresas mayores conservaban grandes ventajas financieras, tecnológicas, y organizacionales que las recientes compañías públicas de los países productores todavía no habían adquirido. Por lo que tuvieron a menudo que pedir auxilio a las compañías extranjeras para la exploración y el control de la cadena logística petrolera. A causa de la baja de precio del crudo, el volumen de petrodólares aminoró fuertemente y disminuyó de otro tanto las capacidades emancipadoras de aquellos productores. Sin cuestionar las anteriores decisiones, dejaron estancarse su capital petrolero.

1.3.2. El triunfo del liberalismo frente a los decepcionantes provechos de los petrodólares

En la economía mundial y bajo el impulso de los Estados Unidos, se difundieron el liberalismo y el recurso a la privatización, la libre circulación de capitales y mercancías vino a ser un tema de importancia apoyado en la clara voluntad de los Estados Unidos de transformar el continente americano en una zona de libre comercio, o sea un avatar engrandecido de los numerosos mercados comunes nacidos en el continente a partir de 1960. Los sectores petroleros, aun cuando permanecieron dominios estratégicos nacionales, cayeron bajo la influencia de esta evolución.

En la cuenca del Caribe, la creación del TLCAN en 1994 modificó en profundidad el contexto regional. En adelante, México iba a ser más integrado al mercado norte americano (90% de sus ventas). Su diversificación económica se realizó en beneficio de las “maquiladoras”. Estas fábricas de montaje en manos de sociedades extranjeras (Estados Unidos, Unión europea, Japón) se establecieron primero en las ciudades de la frontera y luego se extendieron por el territorio mexicano al tiempo que diversificaban el contenido de sus actividades. Varias crisis monetarias pusieron de relieve la debilidad del peso mexicano y la propensión de los dueños mexicanos de capitales privados a abrigarse al norte del Río Grande. Los responsables, sus políticas y los créditos de los poderes públicos perdieron poco a poco su eficacia y la PEMEX, enfrentada por otra parte a un consumo nacional en aumento que tendía a reducir sus márgenes exportadoras, no se escapó del todo.

En Venezuela las enormes inversiones en industrias pesadas estructurando en la parte baja del Orinoco, aparecieron algo desfasadas con la evolución de una economía mundial hundida en la globalización. Cierto laxismo y herencias socioculturales hicieron que los intereses privados privilegiaran las inversiones al exterior (Miami), mientras el sector público, petrolero en particular, tenía dificultades para asumir todas sus responsabilidades. Si la PDV SA realizaba inversiones en la parte final de la cadena petrolera (compra de refinerías y estaciones de servicio al extranjero), tenía que pedir ayuda a las compañías exteriores para proyectar el comienzo de la explotación del petróleo pesado del Orinoco.

Frente a aquellas dos “petro-economías”, Colombia se transformó en un productor medio de hidrocarburos, apreciado por los intereses extranjeros gracias a su liberalismo político afianzado en una incondicional alianza con los Estados Unidos. Sin embargo, su potencial petrolero queda amenazado por las guerrillas que asolan el país. La explotación del carbón en la península de Guajira (noreste de Colombia), cerca de la costa y fácil de extraer, refuerza su política económica de liberalismo y privatización.

2. La nueva situación energética mundial

2.1. Un petróleo ahora caro en vías de escasez

El actual alto precio de los hidrocarburos resulta de factores muy diferentes de aquellos que iniciaron los choques petroleros. Hoy día, el tenso equilibrio del mercado es primero el resultado de una importante demanda debida principalmente a la emergencia de potentes economías asiáticas, China e India, en rápido desarrollo y ávidas de energía que deben importar en cantidades cada vez más importantes. Respecto a la oferta, la crisis iraquí, los disturbios en Nigeria, el nacionalismo de Rusia en cuanto al petróleo y el gas, las ambiciones nucleares de Irán y el activismo petrolero de Venezuela reducen la margen de maniobra de las compañías petroleras occidentales, alimentan la especulación en el mercado libre e impiden toda flexibilidad de la producción.

La mayoría de los expertos concuerdan en que habrá un pico máximo en la producción mundial de hidrocarburos, pero difieren sobre la altura y el plazo. Esta cuasi certeza incita a pensar en una era “después del petróleo” insoslayable para una economía mundial sorprendida por esta perspectiva, al tiempo que climatólogos y ecologistas denuncian con fuerza la enorme responsabilidad del consumo de energías en el aumento del efecto invernadero, factor más importante del calentamiento de la Tierra.

En este nuevo contexto, más o menos dramatizado según los que hablan, una convicción que va acrecentando, idea un precio definitivamente elevado para el petróleo, cuya oferta no se podrá aumentar sin parar, y cuya demanda queda aún por controlar.

La búsqueda de energías de sustitución, más ecológicas si puede ser, se convierte en una cuasi necesidad.

2.2. El activismo petrolero de Venezuela

Desde hace varios años, en Venezuela, un fuerte activismo petrolero acompaña la llegada al poder de Hugo Chávez. Hugo Chávez retomó el control del sector petrolero (en marzo de 2007, nacionalizó el petróleo del Orinoco) que, tras treinta años de pertenencia pública, había perdido su dinamismo. Partidario de la ideología “bolivariana”, un socialismo caracterizado por un fuerte anti americanismo pero integrado al mercado en cuanto a la economía, Hugo Chávez inició una “petro-política” que utiliza las rentas fiscales del sector petrolero para financiar su programa socio-político (subvención de los productos de base, inversiones en los sectores de la educación y de la salud). Como detenta un poder que trata de anclar en el tiempo, Hugo Chávez también utiliza esta petro-política al exterior. Para él, se trata de ir en contra del proyecto norte americano de zona de libre comercio en el continente, y denunciar cualquier tratado de libre comercio entre los Estados Unidos y un país de América latina.

Fue también gracias al petróleo que Hugo Chávez reactivó el Acuerdo de San José (ver arriba 1.2.2). Esta vez, México no es actor del proyecto y hasta se opone a Venezuela sobre un proyecto de refinería en centro América. La reactivación “chavista” es más ideológica que el tratado de 1975, y otorga una prioridad a Cuba que recibirá la mitad de los 9 millones de toneladas de petróleo previstos. Este nuevo acuerdo puede revelarse una etapa esencial en la integración energética regional ya que, más allá de la imagen ideológica, corresponde a necesidades evidentes en América central y en las Grandes Antillas.

La política venezolana también muestra un gran tropismo hacia América del sur con la integración de Venezuela en el Mercosur desde fines de 2006. Si queda bastante confuso el proyecto de gasoducto entre Venezuela y Brasil, el apoyo de Venezuela a la política petrolera de Bolivia muestra que Hugo Chávez quiere ser el líder del nacionalismo petrolero latino americano. A fin de aliviar el peso del mercado norteamericano donde se realiza la mayor parte de sus ventas, Venezuela acaba de firmar acuerdos con una China ansiosa por disponer de petróleo. Es un elemento geopolítico nuevo porque China tiene capitales, excelentes técnicos, y puede, con el paso del tiempo, volverse un cliente que se sustituye a los Estados Unidos, al igual que lo podría ser India.

2.3. El proyecto gasero de Trinidad

Trinidad es el primer proveedor de GNL de los Estados Unidos y no participa en el esquema político “bolivariano”. Proveedor de productos refinados y de gas en botellas para gran parte del Caribe oriental (pequeñas Antillas), Trinidad intenta, con la ayuda de capitales cruzados públicos y privados, fomentar un proyecto de gasoducto para alimentar todo el arco antillano hasta Puerto Rico. Además de los numerosos obstáculos políticos, financieros y técnicos, aquel gasoducto pondría a disposición una energía doméstica práctica, también una fuente de energía para las fábricas de desalación utilizadas en estas islas muy turísticas, y el combustible para las centrales eléctricas de un conjunto de islas muy dependientes del exterior.

3. El largo camino iniciado hacia la integración energética del Caribe

3.1. El largo camino iniciado hacia la integración energética del Caribe

 
Tabla nº 1: Producción y reservas de hidrocarburos en la América media
Petróleo en millones de toneladas. Gas en mil millones de m3

Países

Producción

Reservas

Países

Producción

Reservas

Gas

Petróleo

Gas

Petróleo

Petróleo

Gas

Petróleo

Gas

 Cuba

 Colombia

 Guatemala

3.4

27

1.2

-

6.4

-

39

200

72

-

120

-

 México

 Surinam

 Trinidad

 Venezuela

190

0.6

8.3

153

37

-

28

28

1900

20

100

11 500

420

-

550

4300

Total

31.6

6.4

311

120

Total

351.9

93

13 520

5270

     

Total general

383.5

99.4

13 831

5390

Fuente: Atlaseco 2007. AIE

 

La tabla nº 1 muestra la concentración geográfica de aquella riqueza en cuatro estados, entre los cuales, dos desempeñan un papel decisivo. Así, cada año, los países miembros de la AEC producen 100 mil millones de m3 de gas natural y casi 400 millones de toneladas de petróleo (o sea el 4% y más del 10% del total mundial).

Como ocurre en todo el continente americano, los hidrocarburos representan la mayor parte de la energía consumida. El modelo que conviene imitar sigue siendo el modelo norteamericano, muy devorador de energía. Sirve a calentarse, a refrescarse y a desplazarse. A imitación de su mentor del norte, la cuenca caribeña, no tomó mucha conciencia de los posibles ahorros de energía y tampoco del recurso necesario a otras fuentes de energía.

La importante urbanización de una región que está en un medioambiente tropical, incrementa, a veces con exceso, el uso de la climatización que, contrariamente a la calefacción estacional, funciona muchas veces todo el año en casa de la gente adinerada, en los espacios públicos y en los vehículos individuales. La mediocridad de los transportes públicos en el Caribe refuerza la obligación del coche individual a través de modelos que todavía no aparecen como vehículos parcos en consumo de carburante. Los caribeños ricos fácilmente toman el avión, las más veces un avión privado, devorador de un queroseno que las refinerías regionales no producen suficientemente. La gran mediocridad de las redes de ferrocarril obliga a que la mayor parte del flete viaje por carretera, lo que significa un importante consumo de gasóleo, una contaminación verdadera e inevitables atascos. Respecto a las otras energías fósiles, sólo Colombia es un productor conocido de carbón (región del noreste) y lo exporta para usos térmicos. México es el único productor de electricidad de origen nuclear (4% de su consumo) ya que, al parecer, la obra cubana iniciada hace tiempo por los soviéticos no es operativa.

3.2. El retraso de las energías renovables, a excepción de la energía hidroeléctrica

3.2.1. Los esfuerzos en materia hidráulica en Centroamérica

 
Tabla nº 2: datos sobre el balance energético de la América media (2004)

Países productores de petróleo

Producción total de energía

Consumo de energía en M6 TEP

% de energía hidroeléctrica en la producción de electricidad

 Colombia

 México

 Trinidad

 Venezuela

80

243

33

213

29.5

166

14

66.5

75%

11%

-

72%

 Grandes Antillas

 Cuba

 Haití

 Jamaica

 República Dominicana

6.3

2

0.5

1.6

12.3

2.8

4

7.7

0.5%

39%

12%

11.5%

 Centroamérica

 El Salvador

 Costa Rica

 Guatemala

 Honduras

 Nicaragua

 Panamá

2.4

1.8

5.2

1.7

1.8

0.8

4.5

4

7.3

3.8

3.2

3.4

43%

80%

37%

39%

12%

66%

Fuente: AIE - Atlaseco 2007

 

Dentro de la AEC, los países continentales tienen un gran potencial hidráulico. La mayoría de ellos construyeron numerosas presas que suministran energía y agua para la irrigación, activaron los créditos de la BID (Banco Interamericano de Desarrollo) a fin de equipar la parte más rentable de su potencial hidráulico. La tabla nº 2 muestra el contraste entre una América central en la que Nicaragua está atrasada y las Grandes Antillas con poco potencial hidráulico. Se realizaron unas construcciones pero resultaron muy escasas. En las pequeñas Antillas, la explotación de micro-centrales en los numerosos ríos todavía no es común. Las tres Guayanas no explotan sino parcialmente sus posibilidades cuyo equipamiento es complejo y muy costoso.

3.2.2. La biomasa: la leña, energía de los pobres

La leña siempre fue la energía de los más desfavorecidos. El ejemplo regional más catastrófico es el de Haití. Dos siglos de explotación del carbón de leña aniquiló la selva.

Por otra parte, en las islas y en el litoral del continente, la economía de plantación se instaló sobre una selva a veces frágil. El cultivo de la caña de azúcar, del tabaco, del algodón, del plátano y del cafeto hicieron decaer la selva antillana hasta un estatuto de reliquia que no fue valorizado luego en silvicultura. Sóla la ONF, en las Antillas francesas se esfuerza en valorizar esta riqueza natural, pero hasta hoy, sin objetivos energéticos.

En el continente, las maderas preciosas atrajeron a los leñadores durante siglos tanto en Belice (ex Honduras británica) como en el este del Nicaragua. Como ocurrió en las Antillas, los cultivos de plantación invadieron las llanuras y las cuencas altas. Durante largo tiempo se privilegió la agricultura de roza en detrimento de una selva cuya preservación tendrán, hoy día, que proyectar. De este modo, la energía que proviene de la biomasa no es un tema de actualidad en la región, por lo menos en el ámbito racional de las energías sostenibles.

3.2.3. Un potencial solar descuidado

En aquel espacio tropical muy soleado, la energía solar no da lugar sino a un uso anecdótico. A imitación de su vecina americana, la península mexicana de California es la única que empieza a utilizar esta forma de energía, de forma más doméstica que pública. Sin embargo, el potencial es enorme y permitiría que numerosas comarcas desprovistas de agua y luz accedieran al confort.

3.2.4. Las posibilidades geotérmicas y el comienzo de la energía eólica en las Antillas

El volcanismo en las pequeñas Antillas y América central sugiere un enorme potencial geotérmico. La sola Guadalupe posee una central que utiliza esta energía que podría sacar provecho de las numerosas azufreras que salpican estas islas cuya electricidad viene en mayor parte de centrales alimentados en fuel.

La misma Guadalupe es la que más invirtió en la energía eólica, con el objetivo de satisfacer el 20% de sus necesidades de electricidad. La fuerte densidad humana de las islas es un obstáculo para la construcción de fincas eólicas capaces de aprovechar los alisios.

3.3. Redes y equipamientos insuficientes

La cuenca del Caribe muestra carencias en cuanto a la producción y transporte de energía.

Es así que numerosos apagones desorganizan la vida cotidiana en Jamaica, República Dominicana y aún más en Haití. Esta situación es el resultado del déficit de la producción pero también de la mediocridad de redes de transporte mal mantenidas, sobrecargadas y muchas veces pirateadas por numerosos usuarios no declarados.

Demasiadas regiones rurales en América central o en Haití todavía están desprovistas de electricidad. El recurso a los grupos electrógenos es una práctica cotidiana corriente, tanto a nivel profesional como doméstico, a condición de que se tenga acceso al gasóleo que es además, en muchas islas, el carburante imprescindible para la distribución del agua de mar desalinizado. La frecuencia de los ciclones y la importante probabilidad de seísmos contribuyen a debilitar las redes existentes (en septiembre de 1989, el ciclón Hugo rompió varios miles de postes eléctricos en la sola isla de Guadalupe).

Los productores de hidrocarburos de la región tienen infraestructuras logísticas viejas (lago de Maracaibo) o insuficientes. La capacidad regional de refinado, heredera de una larga historia de dependencia (ver arriba 1.2.2) es insuficiente para corresponder a las necesidades crecientes de carburante y obliga a importar productos refinados hasta en los países productores.

Se prevén en la región proyectos de construcción de terminales gaseros. El gas natural licuado a -160º se transporta por mar, en buques gaseros. Lo que necesita al principio una fábrica de licuefacción y a la llegada una unidad de regasificación, dos equipamientos costosos. Los actuales proyectos en la región se centran en una fábrica de licuefacción suplementaria en Trinidad, una en Venezuela y unidades de regasificación en Bahamas, República Dominicana y en la costa pacífica de México.

El proyecto trinidadino de gasoducto podría ser la base de una red gasera a lo largo del arco de las pequeñas Antillas, sin embargo las exigencias insulares suponen un coste elevado para cualquier red interinsular fija, tratándose de un cable eléctrico o de un gasoducto, ya que profundas fosas agitadas por corrientes transversales separan aquellas islas. Con el plan venezolano “Petrocaribe”, las perspectivas de integración energética tendrían sólidos cimientos. Pero en este sector estratégico, es considerable el peso de las herencias.

La región vivió una historia colonial durante la cual las metrópolis europeas lucharon largo tiempo entre sí. La descolonización de las Antillas siguió las modalidades impuestas por las antiguas metrópolis y dejó una fragmentación constituida por sectores anglófonos, neerlandófonos, americanos y franceses. Al añadir el medio siglo de conflicto larvado entre los Estados Unidos y Cuba, se llega a un verdadero rompecabezas de intereses energéticos. De hecho, las Antillas francesas tienen su propia red de abastecimiento en petróleo con una refinería en Martinica que provee la mayor parte de las necesidades de las Antillas francesas. Al contrario, la Guyana francesa compra a sus vecinos, Curazao y Trinidad, para satisfacer sus menesteres. Puerto Rico y las islas vírgenes americanas están integradas en el mercado de los Estados Unidos.

Conclusión

Si la cuenca del Caribe es un buen reflejo de la historia mundial del petróleo, muestra hoy una situación que podría convertirla en un ejemplo de integración regional, por más que logre aislarse de los problemas del antagonismo entre el norte y el sur del continente.

Evocamos arriba las riquezas en energías fósiles: el carbón ya extraído en Colombia, también es abundante en Venezuela, pero sin explotar. Futuros descubrimientos petroleros son muy probables en el offshore muy profundo del golfo de México, mientras que Venezuela espera mucho de su inmenso yacimiento de asfalto alrededor del Orinoco.

El potencial de energías renovables, ignorado o desestimado, apenas es explotado, salvo la hidroelectricidad. En cuanto a los biocarburantes, si parecen tener un brillante porvenir tras el reciente acuerdo (marzo 2007) entre los Estados Unidos y Brasil, ¿Son adecuados para la América media? Destinar parte de las tierras a los cultivos bioenergéticos no parece posible en las islas superpobladas. El actual régimen cubano no parecer tener mucha estima para esta posible reconversión de su potencial azucarero. Centroamérica muestra una repartición agraria no muy igualitaria, y abrir nuevos espacios agrícolas sería un peligro potencial para el medioambiente y no solucionaría la crisis agraria. La situación sería idéntica en Venezuela y en las Guayanas, con menos densidades de población, pero muy urbanizados y que deben preservar sus cubiertas forestales.

Sin caer en la utopía, los miembros de la AEC pueden construir una vía de integración verdadera en materia de energía. Numerosas islas y algunos países continentales, al diversificar sus fuentes de energía, bajarían su dependencia de manera sensible. Para esto, conviene actuar para que las poblaciones referidas tomen conciencia de que la energía es un recurso costoso, precioso, que entonces se debe ahorrar. En esta perspectiva, todo queda por hacer y sin duda es considerable el margen de ahorro. Tales políticas exigen compromisos irreversibles de parte de los poderes públicos, relevos privados indispensables y la existencia de autoridades de regulación de una riqueza que conserva su entera potencia geopolítica y geoestratégica, aunque solo sea para la potencia tutelar de aquel espacio caribeño, es decir los Estados Unidos.

 

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Autor(a) : Jean-Pierre Chardon
Traducción :  : Alfred Regy

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