ECONOMÍA
 
Agriculturas en transformación (2005-2006)

 

Existe la pobreza en la cuenca Caribe, sin embargo hace tiempo que desaparecieron el hambre y la carestía. Las agriculturas, aun cuando fueron orientadas hacia producciones destinadas a los mercados del norte, siempre dejaron un espacio para un sector alimenticio que favorecía raíces y tubérculos.

Hoy, en todas partes se nota un esfuerzo en la producción para mejorar la alimentación de las poblaciones. En las agriculturas se iniciaron procesos de diversificación que se apoyaban en el cultivo de legumbres y frutas. Además, estos productos circulan en el Caribe: los agrios de Cuba o de la República Dominicana abastecen los mercados de los departamentos franceses de América, los tomates de Colombia se sustituyen a las producciones martiniquesas afectadas por una enfermedad no identificada, el arroz de Surinam, tras su tratamiento y ensacado en España, reaparecen en los platos caribeños.

Está claro que la región todavía depende del Norte para muchos suministros, pero ¿no es el caso en otros sectores geográficos del mundo y no resulta de la influencia de las potencias mayores en el seno de la OMC?

Sin embargo, la mayoría de las entidades y sobre todo las más pequeñas, padecen de la insularidad, por lo que tienen la obligación de hallar recursos para que sea más eficiente sus agriculturas con el fin de responder a la demanda de consumidores más exigentes porque vieron aumentar su nivel de vida.

Resistencia de los cultivos tradicionales

La riqueza agrícola de la región se ha basado en el desarrollo de algunas plantas tropicales reclamadas por los mercados europeos: caña de azúcar, café, cacao, tabaco y más recientemente el plátano. Estos cultivos fueron elementos de la matriz histórica que hizo el Caribe, la mayoría de las veces en el sufrimiento de la esclavitud. Sin embargo, constituyen una de las raíces de las poblaciones caribeñas. Dichos cultivos, en particular la caña de azúcar, sufrieron graves crisis en un contexto de globalización exacerbada.

La caña de azúcar, símbolo de una historia de cuatro siglos

En toda la cuenca del Caribe, la caña de azúcar no deja de ser el cultivo emblemático, el de un sistema económico inicuo, pero también el de los éxitos de la emancipación de las colonias. Lo demuestra Cuba que durante la colonización no practicó el monocultivo de la caña y se ha convertido a esta producción hasta quedar hoy como el primer productor caribeño (24 millones de toneladas en 2005, 12º productor mundial).

Globalmente, las superficies dedicadas al cultivo de la caña han disminuido hasta fines del siglo 20. La tendencia hoy revela muchos contrastes: dos entidades tan diferentes como Barbados o Guadalupe, donde la caña que necesita menos agua prospera mejor que el plátano en la “Grande Terre”, conocen una extensión de las superficies cañeras. Los períodos de temporada muy seca de los años 2003 y sobre todo 2004 (ninguna lluvia de enero a junio de 2004) hicieron resaltar el interés de promover otros cultivos que el plátano que también sufre una grave crisis. Por otra parte, en Barbados, las investigaciones agronómicas sobre nuevas variedades de caña, tienden a revalorizar esta planta de manera diferente: producción de bagazo para centrales térmicas y/o para el etanol. Por cierto, en este aspecto estas islas no pueden competir con un Brasil muy adelantado, sin embargo todas estas pequeñas entidades se esfuerzan en aliviar la presión que ejerce el precio de los hidrocarburos en sus economías. Barbados tiene previsto la producción a largo plazo de 1 millón de litros de etanol. Será conveniente prestar atención a las experiencias llevadas en esta isla, pero ya existen intercambios de informaciones y experiencias tal como el coloquio organizado por el Consejo Regional de Martinica a mediados de marzo de 2007. El mejoramiento de la calidad del ron, gracias sobre todo a la denominación de origen protegida conseguida por Martinica, potencia estos productos. Las islas francesas se dirigen hacia una alta calidad que aporta un mejor valor añadido y permite abrir nuevos mercados (ex: Japón). Por eso las islas anglófonas también comprendieron la necesidad de conseguir un sello de calidad. Desde diciembre de 2006, la West Indies Rum and Spirit Producers Association (WIRSPA) organiza una campaña de promoción en el mercado británico bajo los colores de la etiqueta “Authentic Carribean Rum”, la cual es un sello único para el ron de los 15 países del Cariforum. A largo plazo, los miembros de la asociación aspiran a todo el mercado europeo.

Casi en todas las otras partes del archipiélago, la producción de caña de azúcar disminuye e incluso desaparece: San Cristóbal lo abandonó en totalidad después de la última zafra de 2006, y el gobierno de Trinidad y Tobago anunció en febrero de 2007 que a partir de 2008 no dará más subvenciones a este sector. Los pequeños productores, ellos también, proyectan una re orientación hacia la producción de ron. Los estados continentales con superficies mayores son los únicos que parecen salir adelante.

La dura crisis que atraviesa la producción bananera

Desde el principio del siglo XX, la producción de plátanos es objeto de una competencia temible entre las entidades del istmo y las del archipiélago. Durante siglos, el plátano fue uno de los grandes cultivos básicos de subsistencia y aseguró la supervivencia de las poblaciones.

No fue sino en los años 1930 que los mercados del norte “descubrieron” el plátano como fruta, con la explosión del flete marítimo -buques más rápidos, crisis ya de la caña de azúcar- y la aparición de técnicas de dominio del frío y de la maduración. Es una planta frágil y los procesos de transporte y comercialización son complejos. Las grandes empresas americanas como la United Fruit Company ponen inmensas explotaciones en las extensas áreas llanas y casi despobladas de la costa caribeña de América central y Colombia (3,4 millones de toneladas en 2005) o de Costa Rica (2,2 millones de toneladas). Construyen las infraestructuras necesarias como los ferrocarriles, los puertos como los de Porto Bello y de La Ceiba o Puerto Limón. Los gobiernos que ejercen el poder fácilmente ceden frente a las presiones del gobierno norteamericano tanto como a las más sonantes de las compañías.

Los obstáculos inherentes al archipiélago pesan con más gravedad: poca extensión de las superficies, islas volcánicas de pendientes empinadas, explotaciones de tamaño reducido porque plantaron el plátano cerca de las grandes plantaciones de caña más bien como un sustituto, un segmento libre en los mercados interiores; y los ciclones que devastan periódicamente la región. A pesar de estas dificultades, la producción bananera se desarrolló bajo la protección de los mercados europeos, beneficiando muchas veces las islas o de su estatuto de dependencia o de cupos después del acceso a la plena soberanía y la firma de los convenios de Lomé. La OMC intenta desde hace años limitar las ayudas en este segmento. La baja y al fin el cese de las ayudas procedentes tanto de la Unión europea como de estados como Francia significa la desaparición de las explotaciones más frágiles. Sin que sea confirmado hasta ahora, los medios de comunicación de los departamentos franceses de América anunciaron 10 000 supresiones de empleos en este sector económico. Santa Lucía también tuvo que cambiar sus producciones y buscar “nichos de producción agrícola” más eficientes.

Los florones de la agricultura tradicional

El café, el cacao, las especias como la canela, la nuez moscada, todavía tienen su importancia en los mercados internacionales. El interés que suscitan queda patente, y hasta incrementa. Los países del continente aseguran principalmente la mayoría de la producción, ya que, una vez más, las extensas superficies son una baza. Los cafés de Colombia (5º puesto mundial) como los de México o de Costa Rica tienen mucha aceptación. Jamaica, a pesar de una modesta producción, puede vanagloriarse de uno de los más famosos cafés del mundo, el “blue mountain”. Por último, fenómeno más sorprendente, Haití que generalmente está en la parte baja de las clasificaciones económicas, figura en el 30º puesto para la producción de café y hasta en 20º puesto para la de cacao, lo que prueba, si hacía falta, las capacidades de este país para cuando habrá resuelto sus problemas políticos y sociales.

En el conjunto de las estadísticas, las especias cuentan poco, los tonelajes son reducidos en valor absoluto (por ejemplo 70 toneladas de pimienta y 2750 toneladas de nuez moscada en Granada), pero tienen un valor elevado. El ejemplo tipo es el del pimiento (familia de las solanáceas) cuyas muy numerosas variedades tienen una plaza preferente en todos los huertos del Caribe. Oriundo de la región, ha conquistado la totalidad del planeta, hasta dar una fama mundial al pequeño pueblo de Espelette en los Pirineos Atlánticos de Francia.

La apertura hacia una agricultura más diversificada

Se observa en casi todos los países de la cuenca una explosión de los cultivos hortícolas y frutales. Las independencias de los años 1960 para el Caribe insular, la evolución de las economías y de los regímenes políticos en los estados centro-americanos han demostrado la importancia de la autosuficiencia alimenticia. Pero, fue sobre todo la mejora de los niveles de vida en todos los países, y los modos de vida más urbanos que rurales que condujeron a la transformación de las agriculturas.

El renacimiento de alimentos antiguos

La colonización tomó a las poblaciones nativas el cultivo de “raíces” como el ñame, la malanga, los guisantes de Angola que vienen de India como no lo deja suponer el nombre, o el plátano macho. En la región cultivaban también la batata, y en el continente sabían sacar provecho de las patatas y de los tomates así como de las numerosas variedades de judías, cultivados al borde de las “tierras frías” de las sierras.

Durante más de tres siglos aquellas producciones aseguraron la supervivencia de los esclavos. Pero, a la hora de las aboliciones, como portaban demasiado recuerdos dolorosos y eran muchas veces sinónimos de pobreza, declinaron, y fueron sustituidas por verduras ajenas. Desde hace unos treinta años, conocen un desarrollo importante, por parte gracias a las diásporas instaladas en el hemisferio norte que encuentran en su consumo un modo de guardar las relaciones con sus países de origen, y por parte en la afirmación de una cultura caribeña de la cual sacan orgullo, y por fin gracias al crecimiento del turismo que promociona lo auténtico.

Al lado de la producción de tubérculos o de cereales como el maíz, la cuenca ha conocido una explosión de la producción de verduras: berenjenas y diversas cucurbitáceas, judías y frijoles invadieron los mercados, lo que induce transformaciones (por ejemplo: verduras congeladas al vacío como la batata que venden en los supermercados)

Además, en algunas entidades, la producción se orienta también hacia la exportación: los tomates de Colombia (380 000 toneladas por año) pueden abastecer a contra estación los mercados del norte y también las islas que pasan por períodos de enfermedades endogámicas: tal es el caso en los años 2005 y 2006 de Martinica abastecida por la República Dominicana (170 000 toneladas anuales), Colombia y Guadalupe.

Nuevos hábitos alimentarios

Conforme con el aumento del nivel de vida, las frutas dan lugar a una actividad renovada por ser consumidas en abundancia. Es la producción de cítricos la que conoció uno de los desarrollos más importantes durante los diez últimos años. Las naranjas de Cuba (490 000 toneladas) o de la República Dominicana se encuentran en las mesas de Martinica como en las de Trinidad. También sirven para abastecer las fábricas de zumo, jarabe y otros derivados. La piña, 42 000 toneladas producidas en Colombia, el mango, 230 000 toneladas en Cuba y 170 000 toneladas en la República Dominicana, las “manzanas de agua”, los melones sacan provecho o de su fama de productos exóticos o de su producción a contra estación. La producción de Costa Rica es de 250 000 toneladas, la de Guatemala de 170 000 toneladas, mientras que Martinica y Guadalupe se conforman con una producción de 4000 toneladas cada una. Pero el dato característico es que la mayor parte de estas frutas se consumen en el mismo Caribe, lo que así diversifica la alimentación de poblaciones cada día más urbanas.

Un largo camino que queda por recorrer

Las agriculturas se han transformado, pero queda que numerosas regiones demasiado enclavadas difícilmente pueden modificar las prácticas agrícolas e introducir innovaciones como es el caso en el Yucatán, en el sureste de Guatemala, y hasta en Honduras y en algunas islas del archipiélago. Las pequeñas fincas sobreviven con dificultad, al tiempo que crecen las diferencias con las ciudades y que los jóvenes siguen participando en un éxodo rural lento pero continuo. Los entornos montañeses e insulares son frágiles, y la agricultura industrial puede tener más inconvenientes que ventajas, así como lo atestigua la polémica alrededor del uso del clordecone en los bananares de los departamentos franceses de América. Pero no se puede sino constatar una evolución favorable a los caribeños que tienen una mejor alimentación, más diversificada, aun cuando se lamenta la invasión de modas ajenas durante los últimos veinte años.

También las pequeñas entidades deberán imaginar las estructuras capaces de poner en sinergía producciones adaptadas a la competencia o por lo menos aptas para crear nichos en los mercados de los países desarrollados, sin olvidar que la primera función de una agricultura es alimentar a los habitantes antes de ser un segmento del mercado.

Autor(a) : Monique Bégot
Traducción :  : Alfred Regy

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